Hace algunos días salió entre un grupo juvenil de colegas el tema del periódico Patria, fundado por José
Martí el 14 de marzo de 1892, razón por la que cada año en esta fecha celebramos el Día de la
Prensa Cubana. No sé si por falta de información o algunos agujeros en el imaginario de mi generación se limita el conocimiento de tan importante rotativo solo a la crónica sobre la guerra necesaria. Y sí,
claro que fue una de las razones que impulsó a Martí y los colegas que se embarcaron en aquella labor
fundacional, pero detrás había mucho más.
También los unía el sentir de la hermana isla de Borinquen, y así en las siguientes ediciones se mantuvo
la premisa de “contribuir sin premura y sin descanso a la organización de losho mbres libres de Cuba
y Puerto Rico”, pero fue creciente la necesidad de una América que pensara en solidaridad y unidad.
Casi con espíritu premonitorio se podían visualizar las intenciones de la naciente potencia
norteamericana hacia las dos alas del pájaro caribeño, como las nombró más tarde en una de sus cuartetas la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tió. A este tema también se le dedicaría un importante
espacio y pensamiento.
Patria podría leerse en nuestros días, cual reflejo del alma martiana como un medio de comunicación actual, detectando las sombras en las pupilas de los que se encandilan ante el plumaje del águila o dialogando con la realidad de una sociedad que aún busca sanar del estigma colonial.
Ahí estuvo todo el tiempo la inspiración para hacer un mejor periodismo. No creo que la circunstancia
actual supere la lucha que emprendió Martí.
Hoy en una Cuba liberta se necesita multiplicar en páginas, transmisiones, podcast, publicaciones de
redes sociales esa pasión por defender a la Nubia de Abdala; para vivir ante la palabra sincera y
precisa que nos emancipe de noticias falsas y videos idiotas donde vivir otras realidades ficcionadas.
Vea también:
Efectuado en la capital acto provincial por el Día del Arquitecto
Bien dicho. Aún nos hace falta el periodismo martiano, con la verdad en ristre, aunque no huela a clavellinas.