Llega noviembre con su fiel recordatorio, tres años hace desde la imperecedera despedida. No marca la ausencia ni tu partida, sí la inmortalidad de tu esencia. La mirada vigilante y noble se iza sobre nubes y mares. Legado de país, irreverencia ante la desigualdad, virtud de ser Fidel.
Por estos días tus hijos te evocan, te hacen renacer en cada obra, en los pinos nuevos que se alzan. No hay escuela, médico, piedra, misión, estrella solitaria que no refleje la pureza de tu impronta. Hombre Isla, nombre y apellidos intachables a la luz del sol. Tu perfil venció la dureza del mármol para habitar la memoria viva de tu pueblo.
Repica tu juramento de Patria, en la garganta con la que entonamos el himno colosal que continúa llamándonos a las armas. Nadie podrá arrebatarnos ni un trozo de victoria, sabemos el costo en sangre, cielo, llanto, río y fuego que se alza en nuestra bandera. Tu luto es verde capa, símbolo para continuar la historia de Céspedes, Martí y Maceo. Paisaje de héroes que se alinean para la carga al machete. Avenidas y muros ceden su poderío ante tu imagen de líder invicto. No importa cuánto quieran borrarte pues tu semilla invade cada centímetro de la Cuba que construiste y hoy te trae de vuelta a tu podio en la plaza.