Cuando se oye a los veterinarios hablar de Jorge Alberto Hernández Blanco –Yoyi-, uno confirma, desde el primer momento, que se trata de alguien muy querido, y doblemente admirado por una trayectoria que lo coronó para siempre: haber sido el médico de cabecera de Ubre Blanca, la vaca cubana que en la década de los ochenta del pasado siglo batió récord Guinness.
Me gustó mucho escuchar a quienes este lunes delinearon su personalidad. Fue durante el homenaje que le rindiera la Asociación Cubana de Medicina Veterinaria y cada cual trajo a colación anécdotas y momentos compartidos con este “típico jodedor cubano”, cuentista o cuentero, según el caso, a quien jamás le faltaron las más genuinas ocurrencias y al mismo tiempo una entrega vital que lo caracterizó en sus muchas batallas a cuesta, hasta su último aliento.
La presidenta nacional de la asociación, Beatriz Amaro Villanueva, destacó cuánto significa el aporte de este prestigioso profesional, uno de los 16 Miembros de Honor de la Asociación en La Habana, con misiones internacionalistas como profesional de su especialidad en Etiopía y como científico en Tanzania, al decir del presidente de la filial en la ciudad, José Ángel Ramírez Oriyés.

Los presentes coincidieron en el deber de mantenerlo vivo, ante las múltiples experiencias nacidas de su integral desempeño: transitó por los animales bioproductivos, por la fauna salvaje y exótica de los zoológicos y los animales afectivos.
En el Zoológico de 26, donde estuvo casi dos décadas, dejó su impronta, y lo reafirmaron las palabras de una joven, quien en nombre de ese colectivo agradeció las tantas enseñanzas transmitidas allí a las nuevas generaciones, desde su función al frente de la actividad de bienestar animal.
Hernández Blanco participó en la confección del libro Impronta de Fidel en la ganadería revolucionaria, y otro, hasta ahora en formado digital, sobre Ubre blanca, que recoge todas sus vivencias e investigaciones científicas acerca del manejo de la campeona que puso el nombre de Cuba muy en alto, gracias a su médico, a su ordeñador Arnoldo Carreño, y al resto de los hombres y mujeres de diversas disciplinas que de una manera u otra contribuyeron a cuidarla.
“Su desempeño fue más allá de atender a la vaca Ubre Blanca, como patrimonio genético del país; también hizo aportes a la medicina veterinaria, antesala de la Salud Pública, con resultados tangibles en los animales afectivos y productivos, lo cual tiene un impacto en la calidad de vida del ser humano”, argumentó la especialista en enfermedades de las abejas, doctora Mayda Verde Jiménez, su compañera de vida.
Más adelante insistió en la necesidad de que al veterinario se le conceda el papel que merece dentro de la sociedad, por ser quien garantiza no solo la salud de los animales, sino también del hombre, cuando asegura, por ejemplo, producción de alimentos inocuos de origen animal.
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Bellas palabras para su familia , Yoyi partio a su casa de descanso pero su recuerdo sigue vivo
Muy merecido homenaje a nuestro amigo y compañero Jorge Alberto Hernández Blanco. Quien dejo su ejemplo e impronta en la Medicina Veterinaria en Cuba. Gloria eterna para Yoyi.
Muy merecido el conentario-homenaje al Dr. Jorge Hernandez Blanco, Yoyi, creo que siempre hablaremos de él en presente.
Yoyi:gloria eterna para ti
Yoyi era una persona diáfana,buen conversador, inteligente y afable . Fue padre y abuelo. Buen amigo