Para conocer de cerca cuanto sucede dentro del Conservatorio Alejandro García Caturla, más que abrir los ojos, es menester afinar el oído. Así se podrán descubrir infinidad de sonidos, mezclándose entre sí, llenando de vida cada rincón de esa capitalina instalación.

Los protagonistas de tal suceso son los alumnos y maestros de ese plantel estudiantil. Y, nadie mejor que ellos para decirnos qué opinan de las condiciones que en estos momentos tiene el conservatorio Alejandro García Caturla.
Por tal motivo conversamos brevemente con Dagna Barcia Vázquez, alumna de piano básico, quien se encuentra cursando el quinto grado. Ella confiesa, que se siente muy feliz del reinicio del curso escolar, pues extrañaba mucho a sus amigos, y cuando este dos de noviembre se reincorporó a las clases, lo primero que dijo fue: ¡Qué linda quedó mi escuela!
Tras tantos meses fuera del plantel producto de la COVID-19, Dagma manifiesta que ese momento “ha sido un poco difícil, por todo el tiempo que estuvimos alejados de la escuela, pero también ha sido fácil, porque nuestros maestros, por Whatsapp, nos enviaban ejercicios de solfeo, y por piano, nos llamaban por teléfono”.
Sobre cómo piensa La Habana del fututo, dice le gustaría fuese “linda, bella, que tuviese muchos parques y escuelas para que los niños disfruten”. Así quisiera, esta joven pianista, fuese la capital de Cuba, una ciudad a la cual, sin saberlo, contribuye a embellecer gracias a la música que brota de sus manos.

Celina L. Boní Chapple, maestra de sexto grado para el curso 2020-2021, nos comentó que el curso 2019-2020 ha sido muy difícil, entre otras cosas, por el cuidado extremo que debían tener con los niños, al no contar en esos momentos la escuela con el muro perimetral que hoy muestra. Agrega que, ahora con el muro y el inicio de algunas transformaciones en el Conservatorio, este reinicio de curso ha sido maravilloso.
Nos explica que durante los meses de distanciamiento producto de la COVID-19, se mantuvieron trabajando con los niños por Whatsapp, por teléfono, revisando cada una de las teleclases que se daban, sus ejercicios, incluyendo tanto lo referente a la especialidad, como lo relacionado con la escolaridad. El reencuentro con los alumnos fue un momento mágico, ya que ellos representan la esperanza.
Y entre los acordes que llegan del aula M-22 de violín, donde las notas musicales arrancadas a ese instrumentos se mezclan con las del piano allí existente, concluimos la entrevista a esta pedagoga, quien expresa: “continuar con la formación de las nuevas generaciones, es el reto más grade que tiene un profesional”.
Ver además: Conservatorio Alejandro García Caturla: Cuna de grandes músicos (I)