El Día internacional del Síndrome de Asperger se conmemora cada 18 de febrero para sensibilizar a los gobiernos y población en general sobre el derecho que tienen las personas con este síndrome a formar parte activa en la sociedad.

En 1981, la siquiatra e investigadora británica, Lorna Wing publicó en un periódico, un artículo denominado “El síndrome de Asperger: un relato clínico”. A partir de ese momento se identificó este síndrome por el nombre de su descubridor, diferenciándolo del autismo típico.

Sin embargo, el síndrome de Asperger se incluyó dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), por lo que desapareció como entidad diagnóstica. Existen posiciones encontradas al respecto, hay personas que piensan que nunca debió desaparecer y otras que piensan lo contrario.

La realidad es que las personas con autismo tienen muchas más diferencias que cosas en común entre una personas con Síndrome de Asperger.

No obstante, lo más importante es entender que todos tienen el derecho a incluirse en la sociedad, cada cual según sus capacidades.

El principal obstáculo de las personas con Asperger es en la esfera social. A menudo se las tilda de raras, excéntricas, maleducadas y egoístas. Pero, lo que muchos pasan por alto, es que estas actitudes o comportamientos, lejos de un capricho, tienen que ver con un trastorno del desarrollo.

Las demás personas no entienden su actitud o no la aceptan, por lo que muchas veces son rechazados y sufren de acoso en la etapa escolar. Esto hace que se aíslen al sentirse despreciados.

Pero en realidad son personas muy talentosas para ciertas actividades. Como tienen una memoria prodigiosa pueden recordar las leyes, las reglas, fechas o estadísticas. Son buenos para las matemáticas y para la realización de programas de computación. Tienen mucha más facilidad para comunicarse mediante la escritura que con el lenguaje verbal. De igual manera, pueden recordar detalles que otros no se percatan.

Cuando son adultos se les dificulta encontrar empleo, no por falta de capacidad intelectual sino por la incomprensión y discriminación social.

Conozca que las personas con este síndrome tienen una inteligencia y una sensibilidad tal que son capaces de percibir el rechazo de los demás. Aprender a aceptarlos como parte integrante y activa de la sociedad es un buen comienzo.

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