Cuatro son los pilares sobre los cuales se debe trabajar para frenar el contagio y la transmisión de la COVID-19 en la capital: la calidad de la pesquisa, la eficacia de los controles de foco, una oportuna y eficiente vigilancia microbiológica y sobre todo un férreo control social.

El control social en el contexto de la pandemia se ha definido como el conjunto de prácticas, actitudes y valores percibido en un territorio con relación al cumplimiento, por su población, de las medidas vigentes para el control de la epidemia en un momento dado.

Foto: Amy Pérez

Estas medidas deben ser adoptadas por los Consejos de Defensa Municipales o Provincial o por el Grupo temporal de trabajo para la prevención y control del nuevo coronavirus y, sobre todas las cosas, deben conducir a la adopción de un nuevo código de vida basado en la autorresponsabilidad y el autocuidado.

El no cumplirlas por parte de la población, las administraciones estatales y los trabajadores que ejercen el trabajo por cuenta propia debe implicar la imposición de sanciones que vayan desde la multa hasta el procesamiento penal del infractor, según la magnitud de la violación detectada.

Foto: Amy Pérez

Para frenar la transmisión de la epidemia es vital consolidar las acciones dirigidas al control social, trabajando los cambios de comportamiento de la población desde tres perspectivas: la percepción de riesgo, la autorresponsabilidad y el autocuidado.

Muchas veces durante los últimos meses, tanto el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, como el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, las autoridades de Salud y el Consejo de Defensa Provincial han expresado su preocupación por la necesidad de incrementar la percepción de riesgo y las conductas de autoresponsabilidad de la población para frenar la transmisión.

Foto: Amy Pérez

Asimismo, hemos leído la frase “la mejor vacuna somos todos” y siempre pensamos en lo necesario que resulta que la incorporemos a nuestras vidas ante el aumento de la transmisión del virus SARS-Cov-2 en las últimas semanas en la capital y especialmente en el municipio de Arroyo Naranjo.

Durante estas últimas semanas se ha evidenciado un patrón diferente en el comportamiento del brote epidémico en este territorio, situación caracterizada entre otros elementos por el reporte de más de cuarenta casos confirmados diariamente y un incremento del número de controles de foco.

Durante un reciente recorrido realizado por este municipio pudimos apreciar por qué ha acaparado los dos primeros lugares de reporte de casos de la capital de todos los cubanos, durante estos últimos 15 días. El testimonio gráfico que acompaña estas letras no miente.

Foto: Amy Pérez

A través de las imágenes vemos que en el territorio existe una baja percepción de riesgo de la población que se expresa en el no uso del nasobuco o en su uso incorrecto, pero también en el no cumplimiento del distanciamiento físico y de las medidas de restricción adoptadas.

En el caso particular de este territorio, que presenta la situación epidemiológica más complicada de la capital, en los últimos 15 días, consideramos que deberían pensarse medidas más rigurosas y un mayor control de los ejecutores que hacen que la disciplina no se pierda, y adentrarse en los barrios que es donde persisten las violaciones, a fin de contener la propagación de la COVID-19 y evitar que por el cauce del arroyo se nos pierda el control social y con él los casos y lamentar pérdidas de vidas humanas.  

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