Ayudar al que lo necesita no
solo es parte del deber,
sino de la felicidad
José Martí
En esta batalla sin cuartel, que ha librado el personal de la Salud, muchas han sido las muestras de amor y altruismo.
Tribuna de la Habana, conversó con un grupo de enfermeras y un enfermero de la Terapia de Cuidados Intensivos de Cirugía Cardiovascular del Hospital Clínico-Quirúrgico Docente Hermanos Ameijeiras, que brindaron sus servicios en el Instituto Pedro Kouri (IPK).

Suleyka González Setien con 24 años de enfermera y actualmente Jefa de Enfermería: ¨…ha sido una experiencia enriquecedora el enfrentarnos a este virus. La satisfacción de sentirse útil para aliviar el dolor de otros, es muy gratificante. Muchos pacientes permanecen inconscientes mientras trabajamos con ellos, pero cuando recobran la conciencia el agradecimiento nos llena de emoción. Para nosotros es indescriptible la satisfacción que sentimos. Los pacientes en la terapia se tornan complejos en su manejo, el daño pulmonar es severo y pueden quedar con secuelas importantes para su vida, otros no lo logran. Cualquier descuido puedo ser una puerta abierta al virus, porque es altamente contagioso.

Tamara Ana López Matos, con 15 años ejerciendo la profesión: ¨Nunca había trabajado con un virus desconocido. Siento una mezcla de complacencia y dolor pues muchos pacientes se recuperan, pero también hemos perdido a otros. Es importante que al menor síntoma la población acuda al médico, pues ha habido casos que se han complicado por no hacerlo¨.
Yilian de la Torre Díaz: ¨Han sido días de mucho trabajo, pero con la alegría de devolver a muchos pacientes a su familia. Me ha impactado mucho el hecho de que este virus no hace distinción de edad. Puede atacar desde un niño hasta un anciano. Por eso, tenemos que cuidarnos y respetar los protocolos de protección.

Mylaidy Yamilet Hernández: ¨Una experiencia inigualable el arrebatarle vidas a la muerte. Batallar con cada paciente sin importarnos el cansancio, es retribuido con la sonrisa de la recuperación. Esto me ha hecho amar más mi profesión. Mientras muchas familias están en casa, nosotros nos alejamos de nuestros seres queridos para dedicarnos al cuidado de los demás.

Natacha Mesa Sánchez con 14 años de experiencia como enfermera intensivista: "Ha sido una práctica intensa y muy compleja con jornadas de trabajo agotadoras y sentimientos encontrados de tristeza y preocupación por cada paciente que se torna grave, el estrés que nos genera el querer salvarlo. Muchos de estos casos son la consecuencia de la violación de las medidas de protección. Me ha impactado mucho un viajero que recibió la noticia de que su mamá se encontraba grave. Lloró mucho, porque se siente culpable de haberla contagiado. De nuestra entrega y responsabilidad dependen muchas vidas, aliviar el dolor de los que sufren me hace olvidar el temor".

Yosnier Acosta Almaguer, presta sus servicios con el entusiasmo que caracteriza a un joven de 24 años. Sin embargo como gran seriedad nos comenta: "Ha sido un trabajo muy difícil y sacrificado, pero el gozo que provoca cada paciente que se recupera, es superior".
Visiblemente emocionados, no hubo vacilación en la respuesta de todos, al afirmar que mantienen su disposición para acudir, de ser necesario nuevamente, a trabajar en la zona roja.
El amor de estos profesionales es el protagonista en esta batalla contra un enemigo invisible. Sabiendo el riesgo que corren, día a día ponen todo su empeño, enfrentan retos, agotamiento ocupacional, incertidumbres por un bien mayor: la vida.
Nuestro mayor reconocimiento es respetar su trabajo cumpliendo con las medidas de protección.
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