Tras varios exámenes, los médicos determinan que la paciente, a quien acompaño desde hace semanas, ingrese en el Hospital Ginecobstétrico González Coro. Los parámetros de la hemoglobina han bajado por lo que deben ponerle una transfusión de sangre y después, ver la pertinencia de operarla.

Como fiel Lazarillo ingreso con ella. Las habitaciones están diseñadas para dos pacientes, con un acompañante en cada caso. La bienvenida nos la dan el joven Abrahan (con menos de una semana), y su madre, quienes un poco más tarde son dados de alta.

Foto: Racso Alvarado

Ha sido un soplo de aire fresco esta bienvenida. Antes de irse, Abrahan es vacunado. Ninguna de las atenciones recibidas ha representado un gasto para ellos. Esa es una máxima de la medicina en Cuba.

Al día siguiente, la cama que estaba vacía es ocupada por una paciente con cáncer. Todo está listo para su operación y es trasladada al área del preoperatorio. Mientras esperamos por la transfusión de sangre de "mi paciente", nace una nueva amistad con la acompañante de la recién llegada.

Así descubro que la paciente es su tía, pero sus acciones, la forma cómo dialogan y cómo la mima tras salir del salón de operaciones, muestran una relación mucho más profunda, como de madre e hija. Cuando le den de alta, ella no tendrá que pagar un solo centavo, ni "mi paciente" lo hará, además de que no existe dinero capaz de pagar el cariño y profesionalidad de quienes aquí laboran.

Ver además:

Viaje al quirófano (I)

Viaje al quirófano (II)

Viaje al quirófano (III)