El 24 de diciembre me tocó una nueva visita al habanero Hospital Ginecobstétrico Ramón González Coro, en el municipio de Plaza de la Revolución. Como fiel lazarillo, recorrí el largo pasillo, que poco a poco se ha hecho parte de mí. Nuevamente las caras amables del personal, y el trato correcto nos dieron la bienvenida.

En esta oportunidad las consultas eran con el Clínico y la anestesista, dos profesionales que habían puesto un necesario alto en la entrada al salón de operaciones. El primero, al descubrir que la paciente tenía una presión arterial demasiado alta, razón por la cual le mandó un tratamiento para controlarla, y la anestesista, al verificar que los niveles de hemoglobina estaban un tanto por debajo de los permisibles para una operación, para lo cual también le mandó un tratamiento a seguir.

Por segunda oportunidad vimos al clínico Lorenzo Leal Ofarril, quien revisó cómo se habían comportado los valores de la presión de la paciente desde el anterior encuentro, y la comparó con la que recién le había tomado. Nuevamente verificó otros parámetros, y realizó una serie de preguntas, todo lo cual le llevó a darle el aprobado para que pueda operarse.

Al indagar sobre las funciones del clínico previo a una operación, este nos comentó que “son tratar que el paciente vaya en las mejores condiciones fisiológicas posibles a un salón de operaciones y detectar aquellas enfermedades o comorbilidades que pueden interferir en el proceder quirúrgico”.

“Los pacientes, agrega Leal Ofarril, a veces pueden tener alguna enfermedad que puede contraindicar el proceder quirúrgico. Aquí lo que hacemos es evaluar riesgos quirúrgicos de los pacientes, y tratar de modificar la comorbilidad que puede interferir en ese riesgo quirúrgico para que el paciente vaya en las mejores condiciones a un salón. Como el mismo caso de ella, que tenía una hipertensión que desconocía y se le detectó a tiempo. De no detectarlo, ello hubiese podido desencadenar un evento desagradable en el salón y poner en riesgo la vida de la paciente. Cada paso que se da antes de una operación es fundamental, pues tiene en cuenta evitar riesgos quirúrgicos”.

-¿Estamos hablando que, aún cuando cada especialidad atiende por separado, se trata de un trabajo de conjunto entre todas ellas?

-Así es. Fundamentalmente entre el binomio clínico-anestesista, y el ginecobstetra, que es el que va a operar.

-¿Y cuando es un caso extremo de urgencia?

“En esos casos, el riesgo quirúrgico se incrementa. Así y todo, si la paciente tiene manifestaciones de fallo cardiaco, se busca cardiología, si tiene una enfermedad respiratoria crónica, el neumólogo. La conducta en el proceder quirúrgico, o previo al proceder quirúrgico, es interdisciplinaria”.

Afuera aguardan otros pacientes. Aun nos falta la consulta con la anestesista. El doctor nos dice que por su parte, ya mi acompañante está lista para operarse, pero que debe seguir con el tratamiento indicado para mantener la presión bajo control. No le “robo” más tiempo, estoy seguro que los lectores sabrán apreciar, en este breve diálogo, la importancia de no desesperar cuando de acudir a una mesa de operación se trata.

Por cierto, ahora que el clínico le dio el autorizo para el proceder quirúrgico, y tras ver a la anestesista, solo le resta a mi acompañante que el examen de hemoglobina le dé los valores indicados, para poder ponerle fecha a su operación. Cada día, el camino hacia el quirófano se acorta un tanto más, y sobre todo, se torna más seguro.

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