Existen momentos capaces de generar ansiedad de manera normal, como puede ser atravesar una avenida de mucho tráfico o antes de comenzar un examen. Constituye una ayuda para mantenerse alerta y concentrado para enfrentarse a esas determinadas situaciones. Sin embargo, se debe reconocer cuándo ya se convierte en un trastorno y cómo diferenciarla de la preocupación normal. Si esa respuesta común del organismo de alerta o temor se extiende durante mucho tiempo se puede tratar de un trastorno de ansiedad. La frecuencia e intensidad de este problema frecuentemente es entorpecedora e interfiere con las actividades de la vida cotidiana y constituye una perturbación mental muy común. Aunque es un problema fácilmente susceptible de tratamiento, no es precisamente la mayoría de las personas que los sufren, quienes son tratadas por manos experimentadas. La ansiedad no es preocupación, un miedo o breve pánico sentido por la mayoría de las personas al enfrentarse a una amenaza. Por ejemplo, cuando estás en plena calle y una silenciosa moto eléctrica se te aproxima con bastante celeridad y rápidamente debes apartarte. En esas situaciones, los latidos cardiacos suelen acelerarse, aumentar la sudoración y puede producirse un nudo en el estómago.

La diferencia entre preocupación y ansiedad

La ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación persistente y exagerada por diferentes factores, como pueden ser los económicos, entre otros. Para las personas con este trastorno no es fácil controlar su preocupación excesiva. La ansiedad es similar a la preocupación, pero proviene de una amenaza supuesta en lugar de una amenaza real e inmediata. Los síntomas cambian según el tipo de trastorno de ansiedad, varían de persona a persona y con la causa del factor estresante.

Pánico, fobias, trastornos obsesivos compulsivos y estrés postraumático

Están los trastornos de pánico sin causa objetiva y las personas lo sufren de forma inesperada; pueden generar palpitaciones o latidos acelerados, dificultad para respirar o asfixia, y un gran temor a la aparición de ataques futuros. Las fobias generalmente surgen en la infancia y se caracterizan por el temor irracional a ciertas situaciones, lugares u objetos, llegando a producir náuseas, sudoración o temblores, tal como sucede a quienes tienen un miedo irracional a las ranas o a los gatos. En los trastornos obsesivos compulsivos se experimentan obsesiones, pensamientos e imágenes no deseadas causantes de angustia o ansiedad; puede llevar a compulsiones, manías, ritos, gestos o conductas realizadas obligatoriamente por la persona, más o menos disimuladamente, para aliviar su angustia o suprimir esos pensamientos y generalmente aparecen durante la adolescencia. El estrés post traumático es potencialmente debilitante y puede ocurrir en personas que sufrieron un atraco en plena calle o han tenido participación en un fuerte accidente automovilístico. Esto puede generar problemas para dormir, tensión muscular o preocupación y temor constante.

Cuando son exagerados los síntomas

Aquellos con síntomas persisten más allá de la experiencia que provoca la ansiedad como es la reducción de su capacidad de trabajar o realizar otras tareas, incluso no desear salir de sus casas, deben buscar ayuda médica comenzando por su consultorio del médico de la familia donde pudiera ser remitido a un psicólogo donde se encontrará la forma de eliminar sus exageradas angustias.

Foto: Radio Rebelde

(Radio Rebelde)