
Hay algo curioso en el destino: a veces te lleva tan lejos solo para que te encuentres a ti mismo en otro lugar.
Vine a Sri Lanka pensando que era una isla completamente distinta a Cuba… y sin embargo, cada día descubro que nos parecemos más de lo que imaginé.
Las calles aquí huelen a especias, a té, a humedad después de la lluvia. Pero también tienen ese desorden amable que solo las islas conocen: los carros viejos que siguen rodando contra toda lógica, los vendedores que sonríen aunque la ganancia sea poca, los niños corriendo detrás de una pelota que ya perdió el color.
Y cuando miro todo eso, me parece estar de nuevo en mi Habana, o en cualquier rincón de mi tierra.
En Sri Lanka la gente también se queja del salario, de la vida cara, de cómo el dinero cada día vale menos.
Hablan de la devaluación como si fuera un fantasma que ronda los bolsillos.
Y yo los escucho y sonrío, porque sé lo que es eso.
Sé lo que es mirar el precio del pan y pensar en silencio que igual habrá que seguir.
Pero también sé, como ellos, que el valor de una isla no se mide en billetes, sino en la fuerza de su gente.
Porque aquí, igual que en Cuba, la alegría es un acto de resistencia.
Las personas no tienen mucho, pero lo poco lo comparten con orgullo.
Un té, una sonrisa, una conversación a la sombra de un árbol… y de pronto el mundo vuelve a tener sentido.
Ambas islas llevan cicatrices, sí.
Pero también llevan una belleza que no se puede explicar: esa mezcla de dignidad, orgullo y esperanza que solo nace cuando uno ha aprendido a vivir con el alma abierta.
Cuba me enseñó a soñar incluso en los días más duros.
Sri Lanka me está recordando que la felicidad no depende del lugar, sino de cómo decides mirar cada amanecer.
Y mientras camino por estas calles llenas de vida, pienso que tal vez las dos islas, tan distintas y tan iguales, se están saludando a través de mí.
Dos pueblos que resisten. Dos culturas que sonríen.
Alex es tan buen cronista como médico. Debe ser la primera persona en comparar con tanto cariño las dos islas.
Excelente texto de un médico cronista o un cronista médico. Admiro cómo tu formación médica no limita, sino que enriquece tu capacidad de expresarte con claridad y estilo.
Tienes un don especial para escribir, el lenguaje de este artículo es bellísimo