Foto: Tomada de Jit


La comunidad internacional fue testigo de los inapropiados sucesos acontecidos en Miami contra peloteros cubanos, familiares y seguidores del equipo de la Isla asistentes al V Clásico Mundial de Béisbol durante las semifinales celebradas en esa sede del sur estadounidense.

En el recinto donde se concibió el juego prevaleció el asedio contra la delegación cubana, las presiones e improperios contra los representantes de la Isla estuvieron presentes en el contexto del estadio donde se desarrolló el encuentro entre los equipos de Cuba y Estados Unidos.
Igualmente se produjo injerencia en el terreno de personas reaccionarias, ilegales, con manifestaciones vulgares, carentes de decencia y politizadas lo cual demostró la tradicional intolerancia y falta de interés real en el deporte por parte de grupos extremistas en ese país.

Los promotores de odio con la anuencia de autoridades presentes en el lugar que no actuaron con la inmediatez y el rigor aconsejable ante hechos que clasifican como provocaciones y desordenes, empañaron un evento mundial que hasta ese momento había sido exitoso en organización y disciplina en las anteriores sedes donde se desplegaron las competiciones.

Esas personas convocadas por la mafia cubano-americana para desarticular al equipo cubano trataron por varias vías, (y desde antes, a través de redes sociales y medios locales de comunicación) incitar a la violencia y el ultraje. La diferencia entre la primera etapa del Clásico (donde no hubo asedios ni maldad) y las semifinales en EE.UU. que se autoproclama “defensor de la democracia”, fue notable, en este último país se suscitaron comportamientos antideportivos, peligrosos, e irresponsables.

El pueblo norteamericano y los cubanos de bien que viven en esa nación, más aquellos que cohabitan en otras latitudes, y fanes del beisbol mundial, no merecían se desluciera un certamen tan esperado e importante como ese, por el habitual resentimiento y odio que destilan mafias de esa localidad que nada respetan. Y por el contrario, con la vulgaridad manifiesta en sus posiciones degradan a ese país, manteniendo además, posturas irracionales.

Asimismo, en la etapa preparatoria se constató un trato discriminatorio para los cubanos al no permitir entrenasen juntos, con tiempo suficiente, los peloteros de la MLB, de las ligas mayores que quisieron sumarse a representar su país, a la Mayor de las Antillas, tierra que les vio nacer, crecer y desarrollarse.

En pleno siglo XXI no caben actitudes retrógradas e incivilizadas como las que todavía se perciben en puntos de la geografía norteamericana. La inmensa mayoría de los verdaderos cubanos hubiesen querido ver triunfar al equipo de su Patria, en la nación caribeña no se ven barrabasadas de esa manera, los estadios son centros de emociones ante equipos extranjeros, a peloteros estadounidenses que han venido se les ha tratado con respeto y armonía como corresponde ante un encuentro destinado al regocijo de la población y al ejercicio sano del deporte.

Los organizadores del V Clásico Mundial de Béisbol deberán reflexionar sobre lo sucedido para que acciones turbulentas y mal intencionadas como esas no se repitan en el futuro, y siempre que exista una sede hostil para cualquier equipo deportivo como demostró ser Miami, valorar si es preciso excluir de la posibilidad de ser centro de eventos en los cuales por derecho propio, Cuba y otros países puedan participar, en igualdad de condiciones.

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