Foto: Tomada de Cubadebate

Las colas para la satisfacción de cualquier servicio o la adquisición de alimentos son sin dudas necesarias, aunque poco agradables. Y actualmente son indispensables ante etapas coyunturales como por las que hoy transita el mundo y Cuba (con un bloqueo económico, comercial y financiero vilmente recrudecido en un contexto de letal pandemia de COVID- 19), de manera compleja. Pero ello no justifica la indisciplina social ni el empleo de palabras obscenas distantes de la civilización

Por estos días hemos constatado actitudes negativas por parte de algunos ciudadanos durante su desempeño en las colas, orientadas a satisfacer servicios o a la adquisición de alimentos. 

Independientemente de las insuficiencias que tengamos al comprar productos básicos de la canasta familiar, hay que evitar caer en mezquindades que dañan la imagen de una sociedad con una población que mayoritariamente lucha por la sostenibilidad de la paz y la seguridad alimentaria, sin descuidar la soberanía nacional.  

Los desafíos a enfrentar son colosales, pero debemos confiar en la inteligencia y la fortaleza que representan la unidad del pueblo en torno a una causa noble como la que enarbolan los cubanos enfocados en avanzar hacia el bienestar de sus habitantes, sin discriminación y cada vez más inclusiva.

Vencer los momentos más espinosos de la pandemia, lograr unas cinco vacunas con refuerzos para su control y minimizar los graves síntomas y la cifra de fallecidos del período anterior es una conquista de la ciencia y los profesionales de la Salud de la Mayor de las Antillas, la cual, con muy escasos recursos, logró esa victoria sin amilanamiento alguno.

Por el contrario, la sabiduría de los hombres y mujeres de batas blancas, junto al potencial científico cubano creado a lo largo de estos año,s continúa buscando y encontrando alternativas para aliviar y curar disímiles dolencias que afectan al ser humano.

Si Estados Unidos no mantuviese su política obcecada de cerco extraterritorial contra Cuba, de seguro el progreso hacia el desarrollo sería más fácil y menos traumático para los pobladores de esta aguerrida y altruista nación que no ceja en su empeño de obtener un mejor porvenir para sus compatriotas, a pesar de las campañas mediáticas de desinformación y las falacias que se trasmiten por medios occidentales bajo la égida de Norteamérica. 

Con la política agresiva y de suspensión del diálogo bilateral, y el incumplimiento de los acuerdos migratorios de entrega de visas -20 mil anuales-, por parte de la Casa Blanca, la administración Biden fomenta la emigración ilegal e insegura a través de otros países, también por mar a expensa de los riesgos de la travesía y de los traficantes de personas que lucran con el dolor de las familias que buscan la reunificación o deciden ir en busca de condiciones económicas más favorables, o del sueño americano que tanto estimula Hollywood. Son precisamente esas incongruencias en la estrategia de los Estados Unidos las que, ante dificultades y carencias reales del país en la actual coyuntura, exacerban las salidas de ciudadanos por vías irregulares sumamente peligrosas, y es Washington quien cada vez obstruye más la relación fluida de viajes y negocios y la posibilidad de turismo entre ambas naciones.

El pasado julio fue un fehaciente ejemplo de la maniobra subversiva instrumentada desde el imperio del Norte. Mientras niegan el otorgamiento de visas con múltiples pretextos y prohíben la llegada de remesas a familiares en Cuba, desde los Estados Unidos financian a grupúsculos contrarrevolucionarios y a delincuentes, los cuales de forma oportunista aprovecharon el déficit de mercancías en unidades de venta para incentivar el descontento y la violencia. 

Durante los sucesos de julio hubo acciones y personas antisociales, anexionistas y enemigas del proceso revolucionario. Pero también estuvieron personas confundidas e ingenuas que no midieron las consecuencias del hecho o se dejaron arrastrar por determinados cantos de sirena promovidos desde el exterior, manipulando la compleja situación del país.  

Existen formas de pensar diferentes y es legítimo, lo que no debe suceder ni admitirse es que mercenarios y mal intencionados arrastren por odio e intolerancia a los jóvenes que no tienen el macabro propósito de subvertir el orden institucional, ese que desde Miami se reitera con llamados desesperados y hasta enfermizos, encaminados a corroer la tranquilidad ciudadana que por décadas este pueblo ha vivido.  

Toda manifestación de violencia, indisciplina social o que clasifique como alteración del orden y del sosiego de los millones de compatriotas que aquí conviven, estudian y trabajan por un mundo mejor, tiene que ser rechazada.

Martí dijo; “Patria es Humanidad” y ese precepto del Apóstol solo es posible de sustentar con armonía, solidaridad, independencia y desarrollo sostenible.  

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