Foto: Prensa Libre

Los que conocen la historia de Cuba comprenden el desleal propósito de Washington con respecto a la Mayor de las Antillas.

No resulta nueva la política de subversión y asedio perenne del gobierno de los Estados Unidos contra la Isla. Tiene récord de vileza con más de seis décadas de instrumentación de estrategia de agresiones y bloqueo económico, comercial y financiero que persigue destruir la Revolución, y con ello lacerar la independencia y las conquistas socio-económicas logradas.

Con la nación caribeña han practicado múltiples maniobras de corte terrorista y desestabilizadoras, que van desde el apoyo con recursos monetarios a mercenarios o grupúsculos serviles a los intereses de la mafia miamense, hasta el empleo de redes sociales de Internet con reiterados mensajes orientados a exacerbar la violencia en el país, todos colmados de falacias y tergiversación de informaciones sobre la realidad.

Actualmente la administración que preside Joe Biden, (quien en su campaña electoral parecía distanciarse diametralmente de su antecesor Donald Trump), ha resultado ser una acérrima continuadora de la hipócrita y criminal política contra La Habana.

La Casa Blanca sustenta el genocida cerco que prohíbe a la Isla obtener medicamentos, alimentos, materias primas, tecnologías para instituciones científicas y centros de Salud. Y por si fuese poco, mantiene cerrada la posibilidad de mejorar las relaciones diplomáticas y civilizadas entre los dos pueblos vecinos, así como estimular el intercambio comercial, intelectual, científico, cultural, etc., a lo que se añade la negativa a potenciar viajes y envíos de remesas por parte de amigos y familiares que viven en EE.UU., hacia el territorio cubano.

Sin embargo, la administración norteamericana aplica absurdas sanciones contra autoridades y personas en la Mayor de las Antillas, y al mismo tiempo en un complicado contexto de pandemia como la Covid-19 recrudece el bloqueo y propone, cínicamente, extender servicios de Internet gratis a su población, pérfido método por su objetivo;  utilizar esa plataforma con sus respectivas redes para seguir fomentando la subversión y violencia con avalancha de mentiras que tejen contra la Patria de José Martí.

Solo de injerencia y quebranto a la autodeterminación de las naciones puede catalogarse la decisión de intervenir desde USA en asuntos que competen a Cuba por ser su ciberespacio, más aún cuando de forma unilateral han limitado por años los recursos y tecnología para que la Isla a través de su Empresa de Telecomunicaciones, ETECSA, pudiese seguir trabajando en la ampliación de cada vez más accesos a Internet. Esta entidad cubana hace ingentes esfuerzos en la ampliación de los servicios a sus clientes, los cuales ya suman millones de ciudadanos y siguen creciendo a lo largo y ancho del territorio.

A EE.UU. nunca le interesó siquiera negociar tecnología de comunicaciones con La Habana, menos viabilizar esas actividades sin obstáculos debido al asedio que sostienen y el cual es cada vez más ignominioso e injusto contra la pequeña tierra caribeña.  

En ese nuevo disparate tienen responsabilidad directa como quebranto al derecho internacional los ultra reaccionarios senadores representantes de lo más resentido de la Florida, Marco Rubio, Díaz Balart, María Elvira Zalazar, y otros acólitos que ni conocen la actualidad cubana, y en nada promueven los principios de respeto y convivencia pacífica entre los Estados que propugna la Constitución de los Estados Unidos de América. Y además son contrarios a los principios de la Organización de Naciones Unidas.

Si existiese buena voluntad por parte de la administración Biden de ayudar a Cuba bastaría con levantar definitivamente el bloqueo que no tiene justificación alguna ante los ojos de la inmensa mayoría de los estadounidenses, cubanos, y tampoco de la comunidad internacional que por más de veintisiete ocasiones lo ha rechazado, contundentemente.  Esa es la verdad que los anexionistas y lacayos tratan de ocultar.

¡Basta de bloqueo y subversión por parte de EE.UU.! Que se imponga la sensatez con dignidad y razón por encima del odio y la barbarie en las relaciones entre naciones.

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