Foto: Tomada de Prensa Latina

En el actual complejo contexto internacional coexiste una de las pandemias más letales del siglo, la COVID-19, al tiempo que concurren otros flagelos los cuales también laceran vidas humanas como son los bloqueos, las sanciones y guerras de rapiña impuestas por centros de poder de la Casa Blanca.

Mientras el gobierno de los Estados Unidos del magnate Donald Trump, (en medio del letal virus que afecta profundamente al pueblo norteamericano y a la inmensa mayoría de la comunidad mundial), potencia  provocaciones, asedios, conflictos, intervenciones y trata de revivir infames doctrinas imperiales como la “Monroe”, en América, los cubanos con miles de médicos y enfermeros de manera solidaria acuden al llamado de poblaciones vulnerables y requeridas de atención sanitaria, en disímiles latitudes.

La Brigada Henry Reeve ha sido propuesta por miles de intelectuales, científicos, personalidades, organizaciones, asociaciones de amistad, e instituciones del orbe, para el Premio Nobel de la Paz. Sus integrantes han dado fehacientes muestras de altruismo, estuvieron también presentes en países azotados por epidemias de ébola, cólera, dengue y otros males que en los últimos años vienen amenazando a la especie biológica más importante, el hombre.

Los entes intoxicados de odio y maldad como los señores Trump, Pompeo, Abrahams, Pence, Rubio, Díaz Balart y sus secuaces, desde Washington (el autoproclamado paladín de la democracia y los derechos humanos) atacan lo más noble y generoso concebido en cualquier sociedad civilizada, la salvaguarda de la vida y la contribución sin afán de lucro, a la Salud y el bienestar de los demás, para lo cual no tiene espacio alguno la burda politización generada por la administración estadounidense.

Las brigadas médicas cubanas diseminadas por varias regiones y continentes, desde hace décadas, son seguidoras del legado del apóstol José Martí quien desde el siglo XIX, vaticinó que “Patria es Humanidad”.

Los galenos de la Isla ya tienen el Premio de la Dignidad, el laurel moral otorgado por su pueblo, pacientes y familiares en aquellos lugares y rincones del planeta donde la Henry Reeve brindó sus conocimientos, a lo que se han sumado todas las personas honestas y de buena voluntad del mundo.