Foto: Ariel Rosado Álvarez

Forma la información parte inalienable de la vida contemporánea de los seres humanos. Desde que nos levantamos, muchos de nosotros asaltamos las pantallas de celulares, la televisión, las páginas de un periódico o simplemente le preguntamos a un vecino: ¿Cómo amaneció hoy el mundo? Mantenernos al día con las “noticias”, chismes, técnicas para una mejor vida se ha vuelto tan necesario como el agua en un desierto.

Hoy que las ciudades de nuestro planeta se ven, muchas azotadas y otras amenazadas por la nueva pandemia, esta sed escala los sentidos y se ancla casi al nivel de una primera necesidad. Protagonizamos con humor, algunas veces, y otras con miedo el bombardeo de métodos, recetas mágicas o naturales que cada día surgen jurando sanar definitivamente el susodicho virus. La hoja de eucalipto, el ajo, el cocimiento de cebolla, disímiles pastillas nos llegan como posibles remedios y volvemos a caer en la trampa. Así también sucede con noticias fatalistas y apocalípticas.

Por otro lado, algunas personas sucumben ante la creciente campaña mundial para desacreditar a los medios de comunicación creando campos de batalla virtuales, cuyo resultado al final del día es invisibilizar los hechos importantes y desvirtuar hacia temas banales la atención popular.

Hay quienes abandonan las redes sociales, hartos de tanto “ciberchancleteo”, en busca de tranquilidad y reposo espiritual. Tampoco está mal tomarse un tiempo del Facebook o el Twitter, pero, no sería también acertado abrir los ojos y aprender a seleccionar la calidad de las fuentes que consultamos y no volvernos eco de cualquier titular sensacionalista. Es necesario cuestionar las “bolas” antes de compartir criterios de autoproclamados expertos en medicina, política y actualidad.

Como ciudadanos responsables hay que analizar cada situación a profundidad, buscando formar un criterio propio para no irnos con “la de trapo”, empatizando con ideas construidas para manipular desde fórmulas simpáticas y lugares comunes. Hoy más que nunca necesitamos comportarnos de forma responsable y madura. Solo la verdad, el trabajo y el amor pueden llevar a la humanidad a la próxima era.