No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responde el acero, y la amistad a la amistad (José Martí)

¿Es la violencia parte de las reacciones naturales de los seres humanos en su cotidianidad? ¿Pueden el amor o la confianza mantenerse intocados ante la marca gris del odio? Cómo justificar la vileza de vejar, dañar, herir física o psicológicamente a una persona. Diversos son los escenarios donde brota fértil la semilla de este mal, una palabra, un gesto, la falta de ambos, la mínima razón puede desatar un torrente iracundo que destroce años de profundos sentimientos.

Como cubanos heredamos varios rasgos que muchas veces son usados para justificar acciones violentas. Los hombres y mujeres de nuestro país esgrimen muchas veces el temperamento caribeño, la sangre española y africana cual espada para redimir. La verdadera esencia humana se transforma, se forja con el carácter y los valores. 

Nadie posee el derecho de dañar a un semejante sin importar sexo, edad o familiaridad. Enseñar desde la violencia sólo puede generar mayor violencia. Es menester de todos vivir en consecuencia a ese planeta idílico que deseamos. Si queremos respeto para nuestro entorno, respetemos a los otros. Palabras como acoso, rechazo también son actos de violencia. El límite lo marca ese punto donde muere la integridad y la luz del alma.