Mandarín, español, inglés, portugués, francés, ruso y alemán son algunos de los tantos idiomas que se hablan diariamente por millones de personas alrededor del mundo, pero son pocos los capaces de comprender dos o tres de ellos.

Semejante dificultad constituye un problema a la hora de comunicarnos entre países de dialectos diferentes, pero para nuestra suerte, existe un lenguaje que no conoce fronteras: la música.

Sólo el ritmo es capaz de hacer que disfrutemos una canción aunque no entendamos ni la mitad de la letra, porque cuando el oído detecta algo agradable se despiertan automáticamente todos los sentidos.

Durante muchos años, la música ha unido regiones y personas. Además, sus usos van desde el entretenimiento en una fiesta y la cura de un corazón roto, hasta la educación y formación de los niños. Ahí radica la importancia de cuidarla, tanto como a nuestra lengua materna.

Desde hace un tiempo, los defensores del trap y de la música repa han invadido la mayor parte de los espacios culturales. Fiestas, carnavales y hasta cumpleaños infantiles están llenos de estos nuevos estilos. Los compositores de las canciones, la mayoría de las veces, emplean un lenguaje inapropiado y lleno de malas palabras. 

Foto: Bohemia

El mensaje más transmitido por estos géneros va contra principios y valores fomentados en el país hace cientos de años. En muchos casos, la mujer es empleada como un simple objeto sexual y adjetivada con palabras vulgares y discriminatorias, todas fuera del contexto de esta sociedad con iguales derechos.

La drogadicción es prácticamente fomentada y, en múltiples ocasiones, los cantantes parecen hacer un llamado a la violencia. También, con las famosas “tiraderas” que hacen entre unos y otros, parecen querer demostrar que la competencia y la fama van por encima de la integridad.

Padres, instituciones y gobiernos deben preocuparse por los productos que se consumen, porque no solo la red está plagada de este tipo de música, sino que desde la comunidad se ha ido fomentando el entretenimiento y la diversión basada en los malos ejemplos de numerosas canciones.
¿Con qué música queremos que se eduquen nuestros niños? En los cumpleaños de los más pequeños ya no se escucha música infantil, pues los infantes, muy contentos, cantan lo más pegado de Bad Bunny o de Wildey. 

¿Así se forman hombres de bien, respetuosos o caballerosos? Mejor sería escuchar a Lidis Lamorú, que condena el alcoholismo y el tabaquismo en sus temas, o a la talentosa Liuba María enseñando que a las cosas feas solo se necesita ponerles un poco de amor, para que la tristeza vaya cambiando de color.

Debemos tomar conciencia de la gravedad del fenómeno antes de que sea demasiado tarde. Siempre es bueno tener una puerta abierta para los nuevos artistas, pero con las ideas claras podremos llegar a lugares mejores.

Sonidos que recorren el planeta deben trasmitir lo mejor de nuestra sociedad, lo más alto y puro de la raza humana, porque si poseemos un lenguaje universal, lo mejor sería que este nos una por lazos de amor, respeto y solidaridad, alejándonos de lo cruel e inhumano que posee el mundo.