Por estos días se desarrolla en Belém, región de la Amazonia, en Brasil, la Cumbre Climática de 2025, COP 30, la cual tiene lugar del 10 al 21 de noviembre con la participación de más de 140 delegaciones, unas 57 con sus máximos representantes, también asisten organismos internacionales, sociales, universidades e indígenas. El objetivo de este evento es fortalecer acuerdos climáticos y colocar a la Amazonía en el centro de la agenda global por lo que representa como pulmón para una vida sana y sin contaminación, como mayor bioma tropical del planeta.
Los días 6 y 7 se efectuó la antesala a la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, la COP30, y el anfitrión esta vez es el presidente brasileño Luiz Inácio da Silva.
Lamentablemente, la agenda de cónclaves anteriores ha contado con los obstáculos de potencias desarrolladas, fundamentalmente del llamado Primer Mundo encabezado por Estados Unidos, causantes principales de las desigualdades ambientales, climáticas, por prevalencia de intereses geopolíticos y económicos. Sus ambiciones se contraponen a las urgentes necesidades de reducir los daños que generan cada año las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, a la capa de ozono, y otros flagelos ambientales que inciden en los acuciantes cambios climáticos y traen por consecuencia fenómenos naturales de mayor intensidad que potencian inundaciones, sequias extremas, tormentas cada vez más letales, entre otros sustanciales perjuicios al ecosistema y vida en el planeta.
Guerras, pruebas de armas nucleares y de exterminio en masas, causan también notables daños en la supervivencia humana y en el medio ambiente, al tiempo que destruyen la naturaleza y los recursos y patrimonios que le protegen.
La COP30 corresponde a la trigésima edición de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y se prevé marque un punto de inflexión para América Latina. Y por los días que dure la importante reunión, el gobierno brasilero nombró la ciudad de Belém, lugar centro de los debates de la Cumbre, como capital simbólica.
Los preparativos y el proceso organizador vino ejecutándose desde meses anteriores, y en esta ocasión se coloca la selva en el centro de la discusión sobre transición ecológica, finanzas climáticas y justicia ambiental. Y resulta decisivo lograr articular una voz común y estable en materia climática, dificultades constatadas en propuestas de proyectos en otros encuentros sobre el tema.
Entre las reflexiones de investigadores, especialistas y autoridades del ramo se pone de manifiesto que la región concentra realidades que la colocan en un lugar crítico: emite alrededor del 11% de los gases de efecto invernadero, pero sufre la mayor proporción de eventos climáticos extremos registrados en los últimos años, lo cual muestra un profundo desbalance, como señalan expertos, entre responsabilidad y vulnerabilidad, atendiendo a los que sufren los impactos más severos y crecientes peligros para la sustentabilidad de la vida y desarrollo de los pueblos.
Luego de un decenio de vigencia del Acuerdo de París (2015), la COP30 representa una manera de valorar el cumplimiento de los acuerdos y proponer nuevas metas, pues existen aspectos vitales aún sin resolverse, entre los que se destacan; el candente sobre financiación climática, adaptación, transición energética, deforestación, y justicia social. También serán objeto de debate los bosques tropicales, los derechos de poblaciones indígenas, así como la relación entre clima y naturaleza, cuestiones que en la agenda se esperan debatir y lograr nuevos acuerdos.
Se pretende alcanzar el propósito previsto por la Unión Europea de reducir en un 90 por ciento sus emisiones hacia el 2040, premisa que le ubicaría en un liderazgo significativo con respecto al avance climático global. Pero en realidad ello dependerá de la voluntad política y la concientización de los gobiernos en este sentido, algo que hasta el momento ha tenido detractores, como por ejemplo la Casa Blanca con la llegada de Donald Trump quien ha expresado inconformidades con acuerdos trascendentes para mitigar los cambios climáticos.
La humanidad está a la expectativa de esta Cumbre por lo que significa para la supervivencia de la especie biológica más importante, el hombre, y en conjunto para frenar la degradación y deterioro creciente de nuestro Universo.
Con responsabilidad y conciencia sobre la urgencia de mitigar los crecientes cambios climáticos y sus consecuencias para las naciones con los millones de millones de ciudadanos que cohabitan este hermoso planeta, deberá imponerse la armonía y colaboración entre los pueblos, de forma que pueda salvaguardarse la vida. Pero ello precisa de asumirlo como prioridad y con sensatez, por los gobiernos del mundo.
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