Una vez más el gobierno de los Estados Unidos, de manera irracional y muy peligrosa, pone en riesgo la vida de millones de seres humanos desplegando efectivos y medios militares de su país en aguas de Latinoamérica y el Caribe, como vulgares piratas del siglo XXI.

No basta la historia de desastres y muertes legadas por sus decenas de intervenciones militares por el mundo durante más de una centuria. Las más recientes en Iraq y Libia fueron consecuencia de campañas de falacias y tergiversación de información, a lo que se suma hoy, el ignominioso apoyo al mayor genocida de estos tiempos, - el gobierno sionista de Israel- que ha provocado más de 60 mil muertes, desaparecidos, con acciones criminales contra bebés, niños y personas enfermas y desnutridas por falta de atención médica y alimentos.

Intervención estadounidense en Irak. Foto: Sputnik

Demente y burdo resultan movimientos de submarino nuclear en áreas desnuclearizadas del continente. Con despliegue de modalidades tecnológicas más peligrosas para la supervivencia humana en zonas de América y el accionar necio del señor Jefe del Departamento de Estado, Marco Rubio, pueden acarrear gravísimas consecuencias para Washington, cada vez más aislado por su desastrosa y beligerante política exterior. El solo contar con ese personaje al frente de ese Departamento y darle prerrogativas de seguridad puede ser muy perjudicial para esa nación, que de por si sufre, ante la opinión pública mundial, gran descrédito por su colaboración con el genocidio en Gaza.

Existen experiencias, y no muy lejanas, de cómo EE.UU. fabrica, a su conveniencia, por intereses geopolíticos y económicos, pretextos, y hasta falsos positivos, para acceder a sus propósitos de vulnerar soberanías.

Si en la Casa Blanca se impusiera la cordura y sensatez y existiese un gabinete con funcionarios talentosos y competentes para su desempeño, aconsejarían al presidente Donald Trump -que se auto vanagloria de representar la paz-, a mejorar sus vínculos con los países de la región. Pero en ese caso, tendría que lograrlo de manera respetuosa a la autodeterminación de los pueblos, y de seguro con una estrategia menos prepotente y belicosa, podría establecer relaciones económicas, comerciales y de colaboración recíproca más eficaces y de beneficio para las partes.

Lamentablemente, la brújula de la guerra y destrucción que irresponsablemente maneja el señor Rubio y hoy apunta a Venezuela como otrora hacían los piratas que surcaban los océanos, y hacen los tiburones en busca de saciar su sed, resulta en dirección muy equivocada y comprometida con lo más despreciable de la ultraderecha reaccionaria y extremista de ese país, rechazada por la inmensa mayoría de ese pueblo, incluyendo a opositores al chavismo que no aceptan injerencia, ni bloqueo foráneo, a la Patria.

Es tiempo aún de evitar una conflagración global en América, la cual traería una catástrofe regional, impactante, por sus devastadoras consecuencias.

Si verdaderamente Estados Unidos quiere erradicar el narcotráfico debería controlar con mayor efectividad sus calles, escuelas, instituciones y barrios, donde pululan las drogas y el tráfico de éstas. Y así dejaría de ser esa nación la mayor consumidora de estupefacientes de toda América, y contribuiría a lograr mayor tranquilidad y menos violencia en su territorio, y en la región.

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