El gobierno de Estados Unidos de América debe acabar de comprender que la comunidad internacional está hastiada del quebranto del derecho internacional y soberanías de países del mundo por parte del gobierno autoproclamado “gendarme universal”.
Resulta tradicional el empleo de campañas de falacias y tergiversación de realidades por parte de Washington para inmiscuirse en asuntos internos de otros pueblos, ejemplos sobran; invasión a Iraq, Libia, Panamá, Granada, Guatemala, Republica Dominicana, etc. etc., por solo mencionar algunos ejemplos de decenas existentes, en la historia de Norteamérica inmersa en intervenciones y guerras que han provocado caos, destrucción y muerte.
Washington tampoco tiene derecho, ni autoridad moral, para amenazar naciones de América Latina y el Caribe con pretexto de combate al narcotráfico, cuando es precisamente su territorio el mayor mercado consumidor de estupefacientes de todo el continente. Si fuese sensata e inteligente la administración actual de la Casa Blanca que preside Donald Trump tendría primero que todo, ordenar sus fronteras, a lo interno, y controlar dentro de sus jurisdicciones, Estados y Departamentos, la fluidez y movilidad de las drogas que cada año matan a miles de ciudadanos estadounidenses sea por sobredosis, o por la violencia desmedida que ese flagelo causa en esa sociedad.
Y una de sus causas es también, la venta liberada de armas que llegan a manos muy inapropiadas, y ha causado además la muerte de niños, estudiantes y jóvenes en escuelas y calles, víctimas de la demencia, delincuentes y drogadictos.
El despliegue de tropas y medios norteamericanos en aguas del Caribe es una afrenta a todos los países de esa Comunidad declarada como Zona de Paz, acuerdo que debía ser respetado y apoyado por Washington, al contribuir esa decisión a la paz, también en toda América. El propio EE.UU. resulta una muy peligrosa amenaza, al no comprender sus autoridades la gravedad de sus acciones belicosas a kilómetros de su territorio.
De seguro, la inmensa mayoría de los ciudadanos estadounidenses no apoyarán ningún conflicto militar, menos aún próximo a sus costas, pues este sería otro Vietnam, pero más letal con el avance tecnológico y las armas sofisticadas diseminadas por latitudes del mundo. Su repercusión seria catastrófica en la región americana.
De igual manera, el apoyo dado por la Casa Blanca al primer ministro de Israel, Benjamim Netanyahu ante el genocidio en Gaza y otros territorios palestinos y árabes, ha incidido en la degradación moral y la repulsa a la administración norteamericana. Nadie concibe como pueden colaborar con quienes asesinan y matan por hambre a un pueblo entero, particularmente a bebes y niños.
Es hora de que se imponga en Washington el raciocinio y pragmatismo; sería la única manera de que disminuyese el rechazo a la actual administración que ya tiene bastante repudio por sus políticas migratorias absurdas y la imposición de altos aranceles, entre otras abominables disposiciones de sanciones, bloqueos y asedios como el de mayor record histórico, el de Cuba. Este es repudiado por la comunidad internacional en pleno, con la única degradada excepción del gobierno que hoy aplica la mayor violación de derechos humanos de estos tiempos, Israel.
El siglo XXI merece ser una centuria de paz, colaboración económica y complementaria entre naciones, de respeto al derecho internacional y humano. Imponer guerras necias por ambiciones y caprichos de grupos de poder podría llegar a ser el fin de la civilización y especie humana, recordar que vivimos en una era de tecnologías nucleares y armas de exterminio en masas, evitemos la destrucción y las muertes.
Apostemos a la paz y la vida.
Ver además:
Disparatada y muy peligrosa decisión del presidente de los Estados Unidos Donald Trump

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