La decisión del presidente de los Estados Unidos Donald Trump de desplegar efectivos y medios militares en aguas de Latinoamérica y el caribe es calificada de acción disparatada y muy peligrosa, y no solo para esta región declarada como Zona de Paz por todos sus gobiernos. También el pueblo norteamericano quiere tranquilidad y estabilidad económica y no desea más guerras, ni que sus hijos participen en irreflexivas contiendas bélicas por intereses de poder, ajenos a la voluntad de armonía y buena vecindad que demandan los ciudadanos estadounidenses que no quieren otro Vietnam, menos aún tan próximo a sus fronteras.
De producirse una nueva intervención de EE.UU. en la región, la administración Trump no solo quedaría más aislada y condenada al fracaso, sino que además la población norteamericana que también ha dado muestras de repudio al apoyo de Washington al genocidio de Israel en Gaza, no le perdonaría a su gobierno incentivar más destrucción y muerte, con participación de efectivos militares, jóvenes en su mayoría, de esa nación, y ninguno hijo de funcionario o autoridad alguna, de la Casa Blanca.
Por doquier comienzan a manifestarse los pueblos y gobiernos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, contra esa absurda y violatoria disposición que vulnera soberanías y fomenta conflictos entre países. De ahí que crezca el rechazo mundial a tales desatinos que pueden acarrear trágicas consecuencias para toda América.
Esperemos que en Washington se imponga la cordura y sensatez ante la estupidez y prepotencia que en estos tiempos puede ser letal, para los pueblos. La ineptitud y obcecada política de irrespetar la autodeterminación de las naciones que prevalece hoy en el Secretario de Estado, señor Marco Rubio, puede arrastrar a Norteamérica y al propio Trump, a un problema mayor de inimaginables consecuencias.
Esperemos que la cordura, inteligencia y el raciocinio predominen en el gobierno de EE.UU. De lo contrario, será más insegura y difícil la situación en el continente.
Combatir el narcotráfico, pretexto enarbolado por la Casa Blanca para desplegar tropas cerca de las costas de países de la región, corresponde a cada nación de manera soberana. Y precisamente, Washington tiene un importante rol que desplegar en su territorio, antes de decidir quebrantar la paz e independencia de otros.
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