La comunidad internacional repudia de forma contundente el genocidio del gobierno de Israel contra el pueblo palestino de Gaza.
Y además de abominable, resultan inmorales e ilegales las declaraciones de Tel Aviv de ocupar militarmente de forma completa a Gaza, lo cual sería, a decir de funcionarios de Naciones Unidas ante la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad el pasado domingo, catastrófico, y otro capítulo horrible que podría desencadenas más desplazamientos forzados, muertes y destrucción.
Los pueblos del mundo se preguntan: ¿cómo en pleno siglo XXI puede producirse un genocidio como el de Gaza que se acerca cada vez más a la barbarie acontecida la pasada centuria, en Auschwitz?
La administración de Benjamín Netanyahu vulnera sistemáticamente los principios de la Carta Fundacional de la ONU, quebranta derechos humanos, bombardea e invade territorios como otrora lo hiciese el fascismo hitleriano, y de manera cínica asesina bebes, niños, adolescentes, mujeres, ancianos, población civil e indefensa, ante los ojos expectantes de los gobiernos del mundo.
Pero cada día Israel está más aislado, los pueblos de América, Asia, Europa, África y Oriente Medio se manifiestan repudiando y con desprecio ante el genocidio de los sionistas el cual ha logrado la degradación profunda del gobierno israelí, y de aquellos que lo secundan con contribución logística, y con armas en su cruzada criminal contra Palestina.
Aquellos que todavía, cada vez menos, apoyan a Tel Aviv, serán también condenados por sus pueblos. Ningún gobierno digno, racional y respetuoso de los derechos humanos puede aceptar crueldades como esas que han traído por consecuencia más de 60 mil personas muertas, entre estas unos 18 mil niños, y 151.000 resultado heridos, de acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, y la ONU ha documentado la muerte de más de 500 trabajadores humanitarios, a lo que se suma un considerable número de periodistas, personal sanitario y de ayuda humanitaria.
Así mismo la Franja de Gaza padece una situación de crisis alimentaria profunda, la hambruna se agrava, y continúan los fallecimientos por desnutrición aguda, y las condiciones de vida de la población sumamente precarias y difíciles, bajo el asedio constante de los invasores.
El gobierno israelí ha demostrado ser un flagrante violador del derecho internacional validado por las Naciones Unidas, de ahí las reiteradas condenas en la Corte Internacional de Justicia, por los crímenes de lesa humanidad de Netanyahu y sus secuaces. Pero, sobre todo, por parte de los millones de millones de hombres y mujeres de los pueblos que cohabitan el mundo que repudian a los genocidas, y reclaman justicia por sus crímenes.
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