El siglo XXI se recibió en el mundo con grandes expectativas de alcanzar una centuria de desarrollo sostenible, paz, cumplir las Metas del Milenio por parte de las naciones del planeta y lograr mayor bienestar y armonía para los millones de millones que conforman el conglomerado de países asociados en la Organización de Naciones Unidas.

Sin embargo, desde el comienzo de su primer decenio quedó demostrado que los centros de poder, a como sea, y sin escrúpulo alguno, intentan sustentar su hegemonismo y no están dispuestos a permitir concordia e interrelación justa e intercambio comercial entre los pueblos. El único objetivo de los que se consideran gendarmes del Universo es continuar instrumentando políticas colonialistas y de conquista, en detrimento de la inmensa mayoría de los ciudadanos del orbe que anhelan un mundo más justo, con una mejor distribución de las riquezas, sin intervenciones militares ni expoliadores de los recursos naturales de otros territorios.

Y en ese contexto los promotores de las guerras, seguidores de las doctrinas nazifascistas de otrora que destruían todo a su paso por su sed de expansionismo y ambiciones personales, resurgen, ahora con mayor fuerza y no solo en el Oriente Medio, aunque con mayor saña contra territorios de población palestina y árabe.

Lo que hoy acontece en la Franja de Gaza por parte del gobierno que preside el señor Benjamín Netanyahu es un genocidio sin precedentes en este siglo, existe un profundo irrespeto del derecho internacional y particularmente, del humano. Y lo que es peor y preocupa con creces a la comunidad mundial es la impunidad y el apoyo que recibe esa ignominia por parte de Washington y algunos, aunque cada vez menos, gobiernos europeos.

Cifras de fuentes sanitarias oficiales de esa zona y también de la Agencia de Naciones Unidas señalan que desde octubre de 2023 hasta la actualidad más de 17 mil niños han perdido la vida en ese enclave por bombardeos y accionar represivo del ejército ocupante de Israel, y a ello se suman más de 30 mil infantes heridos y unos 58 mil seres humanos fallecidos, otros desaparecidos, incapacitados y encarcelados por las hordas del invasor. Familias enteras destruidas sin recursos ni siquiera alimentos y medicamentos, pues acceder a ellos le ha costado la vida a padres, hijos, madres y allegados.

En una intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la directora ejecutiva del Unicef, Catherine Russell, afirmó que cada uno del millón de niños de Gaza se ha enfrentado a un inmenso sufrimiento y enfrentará secuelas de por vida. Resulta una realidad triste y muy cruel ante los ojos de quienes dicen ser “paladines de derechos humanos y democracia” como Washington, quien además suministra armas y medios a Netanyahu para esa cruzada antihumana.

Igualmente, el número de muertes sigue creciendo en medio de la escasez de los suministros de alimentos. Recientemente el jefe de asuntos humanitarios de la ONU, Tom Fletcher, declaró también ante el Consejo de Seguridad de la ONU que los civiles están siendo tiroteados mientras buscan algo de comer, crimen tras crimen sin castigo al verdugo de niños y civiles.

Y ante la interpelación en informes a Tel Aviv por sus asesinatos de niños en busca de alimentos, de forma cínica ha respondido el gobierno israelí que ha sido por errores técnicos, respuesta solo posible de un criminal.

Así mismo los problemas de desnutrición de bebes, infantes y ancianos se agudizan ante la cruzada y asedio contra esa población.

La historia demuestra que cada una de las invasiones de Israel a pueblos palestino y árabes deja destrucción y muerte, acentúa divisiones y caos, pero sobre todo exacerba más el odio contra quienes los pisotean y vulneran derechos humanos y soberanía.

La degradación de quienes aún apoyan esa barbarie crece, la Casa Blanca y algunos de sus aliados tienen el rechazo cada vez más multiplicado de su pueblo y del resto de las naciones con millones de hombres de buena voluntad del mundo.

Es hora de que se imponga la racionalidad, decencia, ética y sensibilidad humana ante el horror y el genocidio. Paz e independencia para Gaza, Palestina precisa del reconocimiento de su Estado soberano para lograr la tan ansiada paz en el Oriente Medio, la convivencia armónica entre vecinos, (incluso con el pueblo israelí que también es víctima del engaño y tergiversación de la realidad e historia por parte de una administración fascista), y el desarrollo sostenible para todos en la región y el mundo.

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