Los pueblos del mundo demandan el cese de las agresiones de Israel con complicidad de Washington. Solo un genocida, con frenesí de delirios, como Netanyahu puede quebrantar la vida de miles de seres humanos como acontece en Gaza, y territorios invadidos y ocupados por Tel Aviv.

Hoy estamos en presencia de otra guerra que puede desencadenar una conflagración universal de ilimitadas e inimaginables consecuencias. Israel atacó a Irán con pretexto de “persuasión”, y campaña mediática sobre la ejecución de armas nucleares por parte de Teherán.

Sin embargo, ni la OIEA ni la administración de EE.UU. y demás aliados occidentales hablan de que es precisamente el país hebreo el que tiene potentes ojivas nucleares e irrespeta los acuerdos de la Organización Internacional de la Energía Atómica al no firmar sus resoluciones al respecto de limitar y trabajar en la erradicación de estas.

Y algo que la administración de Donald Trump, al parecer, no ha valorado, es el alto costo en recursos y hasta posibilidad de pérdida de vidas estadounidenses que puede ocasionar la irresponsabilidad de agredir, injustificadamente, y por capricho e intereses, a una nación vulnerando el derecho internacional de los pueblos.

Así mismo, la destrucción y muerte que produce cualquier contienda tiene que frenarse, Gaza es el ejemplo más notorio en esta centuria, con más de 55 mil asesinados por bombardeos e intervención sionista.

De seguro, los ciudadanos norteamericanos, tampoco los israelíes ni demás naciones, están dispuestos a pagar un alto precio por la demencia de dirigentes con ambiciones de poder.

La doble moral daña cada vez más la imagen de la Casa Blanca, su cruzada anti inmigrante desacredita con creces al autodenominado “paladín de derechos humanos y democracia”. Y ha quedado desenmascarada Norteamérica con la brutal represión en Los Ángeles y otros estados de la Unión, contra manifestantes que defienden su derecho a trabajar y vivir, luego que han sacrificado años de duro bregar en ese país, siendo mano de obra barata, y víctimas de discriminación institucional.

Si el ejército estadounidense entra directamente a la cruzada anti iraní desencadenará una reacción en cadena en el Oriente Medio y Asia, pero también salpicaría, peligrosamente, a Europa y resto del mundo, con énfasis en EE.UU. por su accionar cómplice con Netanyahu, primer ministro que en su propia tierra es rechazado.

Esperemos que la administración Trump que dice “querer sustentar desarrollo y frenar guerras”, imponga la lógica y razón ante la aberración de secundar una beligerancia, tan, pero tan grave para la humanidad, como es exacerbar más el odio, la venganza y el fuego en el Oriente Medio.

Otras informaciones:

La demencia guerrerista debe cesar ante el peligro que representa para la supervivencia humana