Si no frena la demencia guerrerista instaurada por el gabinete de Israel que preside el señor Benjamín Netanyahu, quien por su accionar muestra signos de delirio incontrolable, el mundo, sin excepción alguna, estará frente a un holocausto universal, de proporciones inimaginables.

Agredir actualmente a Irán, luego del continuo genocidio contra el pueblo de Gaza y otras zonas palestinas, también del Líbano, Siria, entre otros puntos de interés geopolítico de Tel Aviv, nos remonta a la invasión nazi fascista del siglo pasado, con agresor y victimas distintas. Y lo peor resulta, el hecho de que Washington y algunos aliados europeos apoyan esos abominables sucesos.

¿Cuándo estos gobiernos “defensores de derechos humanos y democracia” se han preocupado por los miles de seres humanos, bebes, niños, mujeres y ancianos inocentes que mueren sistemáticamente en Gaza, más de 50 mil, bajo los indiscriminados bombardeos del ejército israelí?

Hay que proteger la vida de cualquier pueblo, pero nadie tiene derecho a atacar por “prevención” territorio alguno, como aconteció contra Irán, eso es una aberración, una estrategia engañosa y un quebranto colosal de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, contribuye al caos y la ingobernabilidad mundial.

Los países del Oriente Medio se encuentran en un fuego cruzado que debe cesar, la Liga Árabe no puede permitir la extensión de esa contienda que puede ser catastrófica para la región y el resto del planeta.

La Casa Blanca tiene también responsabilidad con esos actos bárbaros contra poblaciones enteras palestinas, al no ser ya capaz de controlar a su aliado Netanyahu, y continuar armando y exacerbando los conflictos en Oriente Medio, cuando debió, por la seguridad del mundo y la propia de Norteamérica, contribuir a la creación de los dos Estados en disputa y sin discriminación alguna, y lograr de una vez por todas la plena paz en el área con la independencia de Palestina, hoy ocupada en buena parte por colonos ilegales israelíes y tropas de Tel Aviv.

¿De qué manera piensa el presidente de EE.UU. Donald Trump contribuir a la paz, al desarrollo y al progreso internacional, incluyendo la sostenibilidad económica de propio país? ¿Con bombas, incremento de carrera armamentista, fomento de segregación racial, discriminación social, prepotencia y abuso de poder?

Así no se puede construir un mundo de armonía y sustento del desarrollo, pues el mundo actual esta interconectado y sus economías precisan de colaboración y comercio justo bilateral.

Si la administración Trump se ocupase mejor de los problemas internos de su nación, entre los que se ubican; la crisis migratoria, la subida de precios, la situación de los alquileres de viviendas, el empleo, la salud, el costo abusivo de las Universidades etc. etc., y menos en apoyar a Estados intervencionistas con desmedidas ambiciones como el actual de Israel, de seguro el pueblo estadounidense no se manifestara tan masivamente en las calles en protestas. Pero además y el estándar de vida de todos sus ciudadanos, sin diferenciación, mejoraría considerablemente.

Con un gobierno sensato, racional, inteligente y menos prepotente o arrogante, Estados Unidos de América podrían ser ejemplo de desarrollo, ser más productivos, eficaces y prósperos, sin aplicar dobles raseros morales, ni aplicar sanciones o bloqueos absurdos como el criminal contra Cuba, isla que ni los agrede y tampoco es terrorista. Y con su tecnología y producción nacional en despegue no tendría EE.UU. que lucrar con los recursos de otros países, en verdad no lo necesitarían, pero tendría que cambiar, radicalmente, la mentalidad expansionista y guerrerista.

Lo que es evidente que el camino de la confrontación militar de hoy son muy peligrosas, se sabe cómo comienzan, pero no como terminan. Y la Unión Europea debe también contribuir a persuadir a los gendarmes de las guerras, a parar, pues vivieron duros años de conflagración mundial y de surgir otra sería un holocausto mundial, nadie quedaría libre de exterminio con las armas nucleares y también convencionales actuales.

Solo hay una vía para la sobrevivencia de la especie humana y el planeta en general: apostar a la paz, no a la destrucción y la muerte. Démosle oportunidad a la vida.

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Apoyar a Israel en su genocidio contra Gaza es ser cómplice consciente de un crimen sin precedente en el siglo XXI