La situación en la Franja de Gaza resulta abominable a causa de los bombardeos indiscriminados e invasión de Israel contra ese pueblo palestino. Y el quebranto a los derechos humanos se torna cada vez más detestable por cuanto peligra la vida de millones de personas despojadas de sus recursos básicos.

Bebés, niños, mujeres y ancianos son las principales víctimas del gobierno de Tel Aviv, el cual, con total desprecio por la supervivencia humana ha provocado más de 48 mil muertes y otro considerable número de heridos y desaparecidos. 

Y por si fuese poco, macabras mentes que controlan el poder en la nación israelí, cortan el suministro eléctrico al enclave para forzar a sus habitantes a desplazarse y continuar viviendo desenraizados de sus tierras, en condiciones infrahumanas obligados al abandono de sus orígenes y familiares fallecidos, algunos de los cuales todavía se encuentran bajo los escombros y derrumbes. 

Foto: Tomada de Redes Sociales

Nada justifica una agresión extendida por más de un año contra una mayoría de población civil a la cual han despojado de infraestructuras hospitalarias, educativas, históricas, culturales, más viales y otros medios que sustentan la vida en cualquier territorio del mundo.

Sigue siendo lamentable y continúa en la mira de la comunidad internacional, el apoyo incondicional de Washington al señor primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, máximo responsable de la crisis de lesa humanidad que vive Gaza, y también de las agresiones a campamentos en Cisjordania, áreas del Líbano, Siria y otros pueblos árabes.

Ante viles acontecimientos como estos, la Liga Árabe y las naciones del Oriente Medio con la solidaridad mundial de los pueblos de Europa, Asia, América y África, deben cerrar filas, unidos, y poner fin a esta barbarie en pleno siglo XXI. Sucesos como estos rememoran el horror del nazifascismo en la pasada centuria. 

Tanto derecho tiene la población israelí como la palestina a vivir en paz y armonía entre las partes, sin que haya muertes ni actos terroristas que involucren a seres inocentes. Pero para ello es imprescindible la declaración definitiva del Estado de Palestina soberano e independiente, con iguales condiciones que Israel, vecino el cual por décadas ha venido expoliando tierras, invadiendo y creando asentamientos judíos en zonas ajenas a Tel Aviv. 

Se han quebrantando una y otra vez las disposiciones de la Organización de Naciones Unidas. Varias administraciones israelíes las han vulnerado, también Estados Unidos ha vetado acuerdos orientados a establecer los inalienables derechos de Palestina en la ONU, cuestión que incide en el histórico conflicto, y resulta factor determinante para encontrar la paz en esa región y el mundo. 

Beligerancias como esas pueden acarrear consecuencias terribles, no solo para los involucrados, sino además para los restantes países del orbe por cuanto incide en lo económico, socio-político, y sobre todo en el equilibrio y vida del planeta en su conjunto.

No olvidemos que en esta era de civilización predominan armas nucleares y tecnologías de exterminio en masas sin precedentes en siglos anteriores. Y nadie, en ninguna latitud o hemisferio está exento de peligros ante una conflagración creciente, como la que se avizora en el Oriente Medio.

Y existen otras contiendas vigentes muy graves, como la que atañe a Rusia y Ucrania, y una vez más atizada por factores externos que no están midiendo las consecuencias. Poblaciones de Europa están siendo víctimas de intereses políticos, pues sus ciudadanos encarecen su nivel de vida vertiginosamente, que decir de los costos de los recursos energéticos y otros que forman parte del día a día.  

La Casa Blanca como ha expresado su actual presidente Donald Trump tendrá que influir más ante sus aliados para poner fin a esta guerra que puede convertirse en una tercera conflagración mundial. Y la Unión Europea tendrá que actuar con mayor sensatez, y no promover o apoyar más asedios contra el Kremlin lo cual no favorece la distensión en una región donde deben prevalecer colaboraciones, inversiones y desarrollo sostenible, en pos de sus habitantes que también merecen sustentar un mundo más justo, y solidario.

Confiemos en que este hermoso y único planeta, la Tierra, venza la racionalidad, la lógica y el pragmatismo entre gobiernos y seres humanos, elementos que pueden salvaguardar la vida de millones de millones de especies biológicas que lo cohabitan, particularmente al hombre. 

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