La comunidad mundial con amplia membresía en la Organización de Naciones Unidas no debe, por principios básicos del derecho internacional, aceptar estrategias políticas y económicas que tratan de imponer algunos gobiernos con protagonismo de Washington. Lamentablemente, de manera arrogante e insensata emplea, sin escrúpulo ni decoro alguno, una alta dosis de chantajes e intimidaciones en sus relaciones internacionales con otros países.

En disímiles latitudes se constatan problemáticas a causa de la intromisión directa e indirecta de Estados Unidos, en los asuntos internos de otras naciones.

Un tema recurrente y muy relacionado con esos métodos draconianos y criminales aplicados por administraciones norteamericanas, (esencialmente contra países del Sur), resulta la abominable política que con record de extensión se instrumenta contra el noble y aguerrido pueblo de Cuba, al cual le han impuesto un bloqueo salvaje en lo económico, comercial y financiero, que daña con creces a las familias en la Isla, al limitarles el acceso a alimentos, medicamentos, tecnologías y recursos para su desarrollo y vida en general.

Pero también perjudica y vulnera los derechos humanos de sus allegados en territorio estadounidense, por cuanto obstaculiza relaciones, contactos y reencuentros entre seres queridos, y al mismo tiempo quebranta posibilidades de sus ciudadanos de viajar e invertir libremente en la Mayor de las Antillas, política diametralmente opuesta a la Constitución de los Estados Unidos, y a los postulados de la Carta de la ONU concebida para favorecer la buena vecindad, colaboración, y solidaridad que debe primar entre naciones, independientemente de las ideologías existentes.

En América Latina crece la emigración causada por las políticas neoliberales y de expoliación de los recursos naturales de sus pueblos, a lo cual se suman el fomento de las sanciones, acosos y bloqueos aplicados por Norteamérica a todas aquellas naciones que no se subordinan a los designios de centros de poder occidentales. Escandaloso e ignominioso resulta también el traslado a la ilegal Base Naval de Guantánamo, (territorio de la nación caribeña usurpado contra la voluntad de los cubanos), de cientos de emigrantes de varios países en condiciones degradantes, a pesar del vil antecedente de sucesos en el enclave con vasto historial de torturas, abusos y carencia de justicia, denunciado mundialmente.

Migrantes en la Base Naval de Guantánamo. Foto: Tomada de Redes Sociales

Como expresara el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en el Segmento de Alto Nivel del 58º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos: “Este Consejo debe abogar con más fuerza por un orden internacional justo y democrático, que garantice la paz y “el equilibrio del mundo”, la igualdad soberana, el ejercicio del derecho al desarrollo por todos los Estados y la sostenibilidad ambiental, que aseguren el ejercicio de todos los derechos humanos…Es una herramienta importante para la promoción y defensa de los derechos humanos sin manipulaciones, politización, selectividad o dobles raseros…”.

La situación actual que vive la población palestina en Gaza, Cisjordania, Yenin, Líbano, y otros territorios del Oriente Medio demuestra el menoscabo profundo del derecho internacional. De manera sistemática y cínica son transgredidos los derechos humanos de miles de personas, esencialmente niños, mujeres y ancianos los cuales cotidianamente ven peligrar sus vidas por la ocupación violenta de sus tierras e indiscriminados bombardeos por parte de Tel Aviv, gobierno apuntalado y apoyado por EE.UU. el cual, lamentablemente, no acaba de comprender la gravedad y el descrédito que legan sus actos.

Apoyar a Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, en su condición de invasor, es incentivar el conflicto y echar más leña al fuego. Lo que debería acabar de realizar la Casa Blanca es demandar el cumplimiento de los acuerdos y resoluciones de la ONU con relación a la no proliferación de asentamientos de colonos judíos, así como rechazar cualquier tipo de intervención en tierras palestinas, y de una vez por todas, declarar el Estado independiente y soberano de Palestina, deuda pendiente de la humanidad con ese pueblo, desde el pasado siglo.

Otros detonantes de beligerancias se mantienen en Asia y África, generalmente son producto de inducidas controversias a causa de intereses hegemónicos de excolonizadores e invasores que no cejan en su empeño de dominio sobre los cuantiosos recursos de esas zonas geográficas, prodigiosas en fuente de materias primas y demás bondades de la naturaleza. Con ese fin promueven divisiones internas que traen consigo mayor nivel de beligerancias y buscan mayores ganancias para intereses foráneos.

De igual manera, hay peligrosas señales de provocaciones y actitudes hostiles por parte de grupos fascistas que operan en países del mundo, como se percibe en Ucrania y otros europeos que pueden llegar a desencadenar una III Guerra Mundial, la cual en esta ocasión tendría peores consecuencias que la anterior contienda, al existir armas y tecnologías nucleares superiores que podrían poner en riesgo la supervivencia humana, en cualesquiera de sus escenarios.

De ahí la prioridad que debe darse a la concreción de la paz, el entendimiento y la interacción para el desarrollo entre naciones, de forma civilizada y con voluntad política de solución por parte de las administraciones de los países, solo así puede evitarse el caos y la incidencia de ingobernabilidad y holocausto en nuestro planeta Hoy ninguna nación por poderosa que sea, estaría exenta de la debacle mundial.

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La Paz sustenta el desarrollo y equilibrio mundial y se conquista sin guerras y con voluntad política