El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha denunciado que se gesta en su país un Golpe de Estado contra la democracia e institucionalidad. En esta ocasión a través del Consejo Nacional Electoral que solicita sea efectuada una investigación formal por supuestas violaciones de los topes de financiación de su campaña presidencial de 2022.
En declaraciones públicas, Petro ha señalado cómo está en desarrollo un complot contra la democracia en su gobierno. Los hechos indican que detrás de este accionar están tradicionales sectores de extrema derecha, oligárquicos, comprometidos con políticas extremistas y discriminatorias, los mismos que no aceptan la postura del actual gobierno a favor de que se imponga la justicia, la paz y sean eliminados los tradicionales grupos delincuenciales que durante años han sostenido muertes y desapariciones de colombianos fracturando familias, y unidad del pueblo.
Desde que asumió el gobierno en ese país, Petro ha mantenido su posición de alcanzar la paz con grupos insurgentes y sustentar los diálogos para lograr la armonía que merecen todos los ciudadanos, siempre que sean respetados los acuerdos y alto al fuego, convenidos.
Sin embargo, existen élites de poder que tratan de frenar las políticas sociales, económicas y de paz que intenta instrumentar el mandatario a favor de los más desposeídos de esa nación, particularmente campesinos y trabajadores de escasos recursos y sometidos a las desigualdades socio-económicas y clasistas, aún imperantes.
Los movimientos populares de Colombia, así como de América Latina y el Caribe no aceptan más las estrategias golpistas que durante décadas han sumido a la región en abismales diferencias e incrementado la pobreza extrema y particularmente la represión contra el pueblo.
El actual Presidente fue elegido democráticamente por más de 11 millones de compatriotas en las urnas, y eso no puede ser quebrantado por mezquinos intereses y ambiciones hegemónicas de grupos de poder que durante décadas han fomentado guerras, falsos positivos y sembrado división y odio entre los colombianos.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, y demás organismos regionales e internacionales deberán estar alertas ante maniobras desestabilizadoras contra gobiernos democráticos elegidos en estas ancestrales tierras de América.
Y Colombia no es el único país sobre el cual se gestan acciones golpistas y de hostilidad, en otros países del continente también se han suscitado disímiles formas de vulneración de la institucionalidad por parte de entes representativos de grupos económicos preponderantes y con ansias de sustentar el poder a como sea, e imponer sus recetas hegemónicas contrarias a las necesidades perentorias e intereses de las grandes mayorías de la población.
Según analistas y especialistas que en diversos medios de comunicación han abordado el tema, todo indica que lo que se avizora hoy en Colombia es un intento de "golpe blando" contra un Jefe de Estado, legítimo. Los signos de alarma se orientan a que se fragua de manera turbia, irregular, inconstitucional e indigna, el derrocamiento de un gobierno popular, y de amplio respaldo en las urnas.
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