Las recientes elecciones en la República Bolivariana de Venezuela dieron por mayoría de votos el triunfo a Nicolás Maduro quien fue reelecto para otro período de seis años. Antes de iniciarse el proceso electoral los opositores del ala más extremista, los adictos a la violencia, al terrorismo, los planificadores de atentados e invasiones y aliados incondicionales de Washington, ya venían anunciando el no reconocer los resultados del sufragio. Y a pesar de no presentar prueba convincentes de fraude, manipulan a la opinión pública internacional y a la ciudadanía a través de mensajes orientados a perturbar la paz e imponer en el país la desestabilización, destrucción y muerte.

Llama la atención cómo en disímiles naciones del mundo incluyendo el “ paladín de la democracia”, los Estados Unidos de América, se han suscitado incongruencias y sucesos trascendentes durante procesos de elecciones como el otrora acontecido entre el ex presidente Donald Trump y el actual Joe Biden que tuvo como colofón algo insólito, el asalto violento al Capitolio de Washington por fanáticos y extremistas. Y sin embargo, no promovieron injerencia ni intromisión extranjera de otros países o entes regionales como la Organización de Estados Americanos, OEA, la misma que mucho tuvo que ver con el golpe de Estado al ex dignatario boliviano Evo Morales, la que además no se pronunció jamás contra las dictaduras militares de Latinoamérica en el siglo pasado que trajeron consigo miles de torturados, desaparecidos y asesinados.

Los observadores de las elecciones venezolanas constataron un proceso en paz, y además supervisores que conocen el sistema tecnológico aplicado lo consideran uno de los más seguros del mundo.

Sin embargo, como era de esperar, una parte de la oposición desesperada por no satisfacer sus ambiciones de poder (que son incompatibles con los programas de beneficio social que se instrumentran para las mayorías de la población que con la Revolución pudieron estudiar, acceder a servicios de Salud y tener posibilidades de superación para sus familias), intenta reiterar los métodos de violencia y terrorismo acompañados de falacias y actos delictivos como es tradicional en ese segmento opositor.

Pero el pueblo es sabio y a la vez que adquiere conciencia sobre las conquistas alcanzadas, reconoce que luego de una década de Revolución, ( a pesar del acoso a la nación bolivariana lo cual incluye el robo de activos financieros, bloqueo y patrocinio por parte de élites de poder a lo más reaccionario y delincuencial de esa rancia y tradicional burguesía que no comprende que también millones de seres humanos precisan de aspirar a un mundo mejor, sin desigualdades, racismo, ni privilegios de clase), la inmensa mayoría de los ciudadanos han sido visibilizados y dignificados.

La verdad de la campaña mediática contra el triunfo del chavismo en las elecciones es que los proyectos y planes de desarrollo en curso y programados para los próximos años pronostican mejoras sustanciales en el índice de Desarrollo Humano y la economía de ese país. Y ello representa un ejemplo de inserción social y posible bienestar para todos sin distinción que no admiten los irracionales que apostan a la destrucción por ambiciones de riquezas e intereses personales.

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