Son conocidos los casos de perseguidos políticos que se han refugiado o solicitado asilo político en embajadas. En América Latina son conocidos los asaltos a embajadas por fuerzas policiales.

Existen antecedentes de sucesos de esa magnitud ocurridos en 1956 con el allanamiento policial de dos embajadas haitianas. El primero en Buenos Aires, en el mes de junio y el segundo cuatro meses después en La Habana.

La política exterior del presidente de Haití Paul Eugene Magloire había sido respetuosa de la solicitud de asilo de los perseguidos políticos por lo menos en los casos de Argentina y Cuba. Sin embargo, los gobiernos dictatoriales de Pedro Aramburu y Fulgencio Batista, decidieron tomar por asalto las Embajadas haitianas.

Embajada de Haití en La Habana, allanada por la dictadura de Fulgencio Batista en 1956. Foto: Archivo de la revista Bohemia

En La Habana, el 29 de octubre de 1956, el Brigadier Rafael Salas Cañizares, jefe de la Policía Nacional de Batista, al frente de un fuerte Destacamento policial, asaltó la embajada de Haití, ubicada en Avenida 7A y valle 20, en la barriada de Miramar.

Cañizares, uno de los principales cómplices de Fulgencio Batista en el golpe de Estado del 10 de Marzo de 1952, acompañado de otros conocidos esbirros, como el coronel Orlando Piedra, jefe del Buró de Investigaciones; el coronel Conrado Carratalá, y el entonces capitán Esteban Ventura Novo, penetraron a la sede diplomática a tiro limpio.

El escaso personal diplomático se encontraba ausente de la residencia. El régimen batistiano aniquiló a todos los asilados allí refugiados. Incluyendo a quienes la cancillería había concedido salvoconductos y esperaban por las visas, que les permitieran viajar al país que se les concediera.

En el intercambio de disparos que tuvo lugar, el brigadier Cañizares cayó mortalmente herido. Lo hirió Secundino Martínez, apodado El Guajiro, el único de los asilados que estaba armado, quien se asomó al oír el estrépito formado por la llegada de los carros policiales. Al verlo Salas Cañizares, disparó su ametralladora sobre el joven hiriéndolo gravemente. Sin embargo, este, desde el suelo pudo sacar su arma y disparar. Un balazo le perforó el vientre al Jefe Policial. Se dio la orden de masacrar a todos.

El Brigadier Salas Cañizares, jefe de la Policía Nacional de la dictadura de Fulgencio Batista, al mando de esbirros el 29 de octubre de 1956 irrumpió en la Embajada de Haití en La Habana, asesinando a 10 revolucionarios en el lugar Foto: Archivo de la revista Bohemia

En el interior se encontraban dos grupos de asilados de diferentes procedencias políticas. Entre los allí asesinados un grupo de la Organización Auténtica, OA, alentada por el expresidente Carlos Prío Socarrás, a quienes se les acusaba de haber participado en el frustrado al cuartel Goicuría de Matanzas, el 29 de abril de 1956, Carlos Casanova, Eladio Cid, Orlando Fernández Ferray, Leonel Guerra, Félix Hernández Concepción y Salvador Ibáñez.

El otro grupo estaba conformado por cuatro jóvenes recién llegados y que alojaron provisionalmente en el garaje. Estaba compuesto por Secundino Martínez, alias el Guajiro; Gregorio García, Alfredo Massip e Israel Escalona, a quienes la dictadura batistiana señalaban como involucrados en el fallido atentado contra el senador Rolando Masferrerr, jefe del cuerpo paramilitar Los Tigres de Rolando Masferrerr.

Los cuerpos represivos estaban ansiosos de sangre. El motivo que la impulsaba fue aquel 28 de octubre de 1956, un comando del Directorio Revolucionario había ajusticiado al coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio Inteligencia Militar SIM, en el cabaret Montmartre. Sospechaban que algunos de los ejecutores de Blanco Rico podían estar en la embajada de Haití.

Para justificar la violación, el régimen batistiana alegó que habían recibido una llamada de los diplomáticos solicitando protección, puesto que unos jóvenes estaban forzando su entrada en la sede de la diplomática, lo que resultó falso.

Contaban con la aprobación del mismo Fulgencio Batista, como declararon inicialmente los voceros de la dictadura.

El 31 de octubre de 1956, la Embajada de Haití convocó a una conferencia de prensa y entregó una nota oficial que decía: La Embajada de Haití protesta contra las alegaciones publicadas en la prensa según las cuales la policía intervino por una llamada de nuestra Embajada.

El cruento asalto a la Embajada de Haití en La Habana fue silenciado por la Prensa Internacional. Nadie llevó este caso al seno de la Organización de Estados Americanos, OEA; ninguna voz se alzó en el Congreso de los Estados Unidos. Fulgencio Batista no fue sentado en el banquillo de los acusados.

La historia de allanamientos policiales en América Latina está colmada de hechos similares a lo acontecido en las Embajadas de Haití en Buenos Aires y La Habana.

El 18 de junio de 1976, la maestra uruguaya Elena Quinteros Almeida, fue sacada por la fuerza por militares uruguayos de la embajada de Venezuela en Montevideo, cuando trataba de pedir asilo en esa legación. Horas después fue asesinada. Se produjo la ruptura de relaciones entre ambos países hasta 1985.

La Embajada de España en Guatemala, en demanda del fin de la represión militar cuando la Policía realizaba el asalto al edificio; se produjo un incendio y fallecieron 34 guatemaltecos, entre ellos el padre de Rigoberta Menchu, así como el primer secretario de la Embajada, Jaime Ruiz del Árbol, y los empleados Felipe Sáenz y María Teresa Vázquez Villa.

El 19 de Junio de 2012, el fundador del sitio WikiLeaks, Julián Asange, se refugia en la Embajada de Ecuador en Londres, huyendo de una petición de extradición de EE.UU. Tras mantenerlo en asilo durante siete años, Ecuador retira protección y es detenido en la Embajada por la Policía Británica.

El 16 de marzo de 2024 fue asaltado y saqueado el consulado honorario de Guatemala en Puerto Príncipe, Haití, en medio de la crisis política e inseguridad que se vive en el país.

Diplomático mexicano sufrió lesiones de la Policía de Ecuador al defender la embajada mexicana. Foto: Cancillería mexicana

La policía de Ecuador, el 5 de abril de 2024 irrumpió en la Embajada de México en Quito y detiene al expresidente Jorge Glas, quien se encontraba refugiado en esa sede diplomática desde diciembre de 2023.

La inviolabilidad de las sedes diplomáticas codificada por la Convención de Viena forma parte de las normas asumidas por los países de la región. Lo ocurrido en la Embajada azteca en Ecuador es un hecho gravísimo.

La irrupción con fuerzas uniformadas en una sede diplomática es un acto contrario al derecho internacional, transgrede el consenso internacional, la estabilidad regional y la racionalidad que debe caracterizar todo acto de diplomacia.

Jorge Glas, quien se encontraba en la Embajada de México en Ecuador bajo asilo político, fue sacado a la fuerza de la sede diplomática al irrumpir la Policía en el lugar. Foto: BBC

La flagrante violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas así como las lesiones sufridas por el personal diplomático mexicano ha sido ampliamente denunciada por la Cancillería mexicana.

El diplomático Roberto Canseco, quien intentó defender la integridad de la Embajada fue golpeado por las fuerzas policiales.

En su artículo 22, la Convención de Viena del 18 de abril de 1961 estipula que los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin el consentimiento del jefe de la misión.

En esta ocasión ante el repudiable hecho, diferentes naciones expresaron su condena y preocupación.

El asalto a la Embajada mexicana en Ecuador ha recibido el rechazo de Cuba, Venezuela, Honduras, Colombia, Bolivia, Chile, Perú, Guatemala, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

El. Gobierno de Nicaragua anunció la ruptura de sus relaciones diplomáticas con Ecuador. No se puede permitir que el derecho internacional sea vulnerado y se convierta en letra muerta.

No estamos en presencia de un hecho aislado. Al inicio expuse sucesos repudiables ocurridos a lo largo de la historia en Latinoamérica.

Tras el asalto a la Embajada de México en Ecuador, hay que cerrar filas no solo en la condena al irrespeto a la Convención de Viena, sino también abogar por la vida de Jorge Glas, sobre el cual se viene un verdadero peligro. Por encima de todo tiene que prevalecer el consenso internacional, la estabilidad regional y la racionalidad que debe de caracterizar todo acto diplomático.

Ver además:

El quebranto a la impunidad diplomática es inaceptable para la comunidad internacional