Lo que actualmente acontece en la Franja de Gaza y la inminente intervención del ejército israelí en Rafah aproxima una catástrofe humanitaria sin precedentes en esta centuria. Solo aconteció en los años 40 del pasado siglo con el accionar de los nazis en el mundo, y fue tan abominable como lo que ahora se ejecuta contra la población palestina.
Resulta una infamia ver cómo mueren a causa de los indiscriminados bombardeos miles de niños, mujeres y ancianos inocentes, y al mismo tiempo son desplazados de sus tierras más de un millón de personas a lugares sin condiciones mínimas de sobrevivencia.
Como consecuencia de ese despiadado y antihumano comportamiento se intensifican las enfermedades, el hambre, la desnutrición y las muertes de bebés y menores de edad por la escasez de recursos y medios de atención sanitaria.
¿Hasta dónde puede degradarse la condición de ser humano en aquellos que vilmente arremeten contra personas inocentes por el mero hecho de apropiarse de sus tierras?
La historia refrenda unos 70 años de ocupación israelí de tierras palestinas, las ambiciones de poder y expansionismo de Tel Aviv llegan al extremo de la irracionalidad. Palestina tiene el mismo derecho que Israel a existir y tener su Estado libre e independiente como se ha pronunciado en Naciones Unidas la comunidad internacional, en reiteradas ocasiones.
Washington, aliado de Netanyahu, no debería dejarse arrastrar por la política demencial de muerte y destrucción impuesta por su discípulo israelí, actualmente fuera de control y sin freno, lo cual puede comprometer a la Casa Blanca también en tormentosas aventuras guerreristas y en significativas contradicciones y notable aislamiento con el mundo árabe.
La Liga Árabe, la Unión Africana, la ONU, incluso la Unión Europea, todas las organizaciones regionales y universales que rigen los destinos de millones de ciudadanos deben aunar esfuerzos, voluntades y decisiones que pongan fin inmediato a la barbarie que se acomete contra la Franja de Gaza. La salida de Israel de ese enclave palestino es imprescindible, devolver a sus tierras a todos los desplazados es indispensable y reconstruir esa zona con la amplia participación de todos los países, y particularmente de sus vecinos y amigos, es una cuestión de humanidad.
Los hechos del 7 de octubre, relacionados con el ataque de Hamas a Israel, también pudieron y debieron evitarse. Con diálogo civilizado, sin invasiones ni ocupación de tierras por parte de colonos judíos y con el reconocimiento definitivo del Estado de Palestina todos estos lamentables sucesos, no se habrían desencadenado.
Nada justifica los indiscriminados bombardeos ni la intervención militar en tierras palestinas, donde habitan unos dos millones de seres humanos. Casi todas las familias en esta región han perdido algunos hijos, o a la madre, padre, hermano, nieto, abuelos etc, esto es inadmisible en esta era de civilización.
Lo que debe prevalecer e imponerse es la paz, la tranquilidad ciudadana, el desarrollo armónico de fuerzas productivas, el bienestar y esplendor para todos los habitantes del planeta, ese que también sigue siendo víctima de la avaricia, la irracionalidad, tozudez o estupidez de centros de poder que cada vez arremeten más contra la Naturaleza y vida de todas las especies biológicas, fundamentalmente contra el hombre.
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