Hace apenas dos días una nueva noticia sobre la condena al genocidio en Gaza recorrió el mundo impactando a la comunidad internacional. Aaron Bushnell, joven militar estadounidense, el pasado domingo decidió inmolarse frente a la embajada de Israel en Washington para denunciar el genocidio contra el pueblo palestino que ha cobrado más de 29 mil víctimas con un considerable número de niños, mujeres y ancianos, entre otros ciudadanos inocentes de esa región del Oriente Medio.

Foto: Tomada de Redes Sociales

El también miembro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos antes de prenderse fuego expresó que: "ya no sería cómplice del genocidio", con relación a la invasión de Israel contra el pueblo de Gaza. Esa población sufre la extrema agresión de Tel Aviv con bombardeos y asedio criminal sin precedentes en esta centuria lo cual agudizó las condiciones infrahumanas en que hoy viven los palestinos.

Los cercos impuestos por el ejército israelí limita la entrada de alimentos y medicinas, luego de haber destruido infraestructuras sanitarias, económicas y sociales, entre las que se encuentran hospitales, escuelas, y zonas residenciales donde habitan seres humanos que nada tuvieron que ver con la acción asumida por Hamas en octubre pasado.

La inmolación de Aaron demuestra que también existen ciudadanos estadounidenses dignos y conscientes, que no aceptan la política de apoyo a Netanyahu por parte de la Casa Blanca, al no estar dispuestos a ser cómplices de esa barbarie que se acomete en Gaza.

Manifestaciones desarrolladas por estos días en varios puntos de Norteamérica así lo validan. Ninguna persona con sensibilidad y defensor de los derechos humanos puede aceptar tal genocidio, y tampoco puede comprender cómo Washington ha sido capaz de vetar en el Consejo de Seguridad de la ONU resoluciones orientadas a poner fin a la desigual e ignominiosa guerra de Israel contra los palestinos.

De haberse logrado cumplir los acuerdos de Naciones Unidas con relación a la igualdad de derechos como Estado independiente de Israel y Palestina, se hubiesen evitado miles de muertes y desaparecidos.

La terminación de la II Guerra Mundial apostó a la coexistencia pacífica y al respeto a la autodeterminación de las naciones y pueblos lo cual ha sido irrespetado por la sed de hegemonismo y prácticas colonialistas de gobiernos prepotentes, ajenos a la promoción de la paz mundial. Al parecer los tanques pensantes de potencias contemporáneas olvidan lo grave de un conflicto mayor en la era actual con prevalencia de armas de exterminio en masas y nucleares de consecuencias impredecibles.

Durante décadas el gobierno israelí a incentivado el odio contra la población de Palestina, invadido territorios y creado asentamientos judíos en sus tierras, e incrementado la represión contra los campamentos de refugiados, al tiempo que han obstaculizado la proclamación de Palestina como Estado soberano e independiente, con el propósito de sustentar la colonización de ese enclave.

Reconocido por organismos competentes internacionales como Naciones Unidas, la Franja de Gaza se encuentra destruida, amenazan las enfermedades y el hambre, y no se vislumbra solución definitiva inmediata.

Es hora de que la cordura se imponga ante la descabellada y frenética cruzada guerrerista que se gesta en tierras de Palestina y en otras latitudes muy convulsas del Medio Oriente, y además peligrosas regiones de Europa y Asia.

Ver además:

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