El gobierno de Israel continúa masacrando a la población palestina en Gaza y campamentos de refugiados aledaños, (luego de cuatro meses de bombardeos indiscriminados en la zona) los cuales han traido como consecuencia la muerte de más de 26 mil palestinos, entre los que se ubica un considerable número de mujeres, niños y ancianos. Y al mismo tiempo a causado otros cientos de desaparecidos, personas mutiladas o heridas lo que califica como genocidio, en legislación internacional.

Agredir hospitales, escuelas, edificios de viviendas, entidades bajo auspicio de la ONU, centros sociales y económicos, personal médico y paramédico, enfermos, y personas que habitan la Franja, es un crimen de lesa humanidad.

Han transcurrido más de 60 años de sistemáticas agresiones contra los palestinos por parte de Tel Aviv. Sus tierras usurpadas, invasiones, construcción de asentamientos judios en zonas palestinas. Y todo ello ha formado parte de una andanada de provocaciones con el fin de obstaculizar y evitar cumplir los acuerdos sobre el tema aprobados por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Esa política intervencionista ha exacerbado el odio y la violencia en esa región del Oriente Medio.

El pueblo de Palestina, como Israel y demás países del mundo, tiene también el derecho de ser un Estado independiente, y así lo demanda la inmensa mayoría de la comunidad de naciones agrupadas en la ONU. Sin embargo, el mundo observa atónito cómo todavía existen algunas, (aunque pocas administraciones), que omiten su condena a las masacres de seres humanos e incluso apoyan con armamentos la desenfrenada carrera de destrucción de un pueblo que actualmente acomete Netanyahu contra todo aquello que huela a Palestina.

Resulta sumamente vergonzoso que algunos gobiernos y medios de comunicación parcializados con determinados intereses foráneos sean capaces de silenciar la destrucción, muerte, hambruna, carencia de servicios básicos de salud, medicamentos, alimentos y recursos imprescindindibles para salvar vidas en Gaza, población castigada, asediada en su conjunto por tropas israelíes y bombardeos, a pesar del llamado de organismos y gobiernos del mundo a la solución completa del conflicto con la proclamación del Estado Palestino y la convivencia pacífica entre ambos pueblos.

Esta guerra que ya rebasa los fronteras de Gaza precisa de urgentes acuerdos para ponerle fin. De lo contrario, como ya parece avizorarse, el conflicto puede extenderse a otras latitudes y alcanzar impredecibles consecuencias para la región y otros países, por lo que resulta imprescindible parar esta barbarie, incompatible con una era de civilización.

Washington como gobierno aliado de Israel, pero con responsabilidades ( como autoproclamado “paladín de los derechos humanos y la democracia”) ante la comunidad mundial, debería contribuir de forma enérgica y bajo principios elementales de humanidad a frenar la locura de su socio Netanyahu que está poniendo en peligro la estabilidad de la región y más allá de esta.

También Estados Unidos,(ubicado geográficamente a miles de kilómetros de la zona de beligerancia que vive el Oriente Medio), está presente con tropas de intervención y medios bélicos en mares y territorios de la región lo cual agudiza la problemática guerrerista y aleja la solución definitiva que precisa esa convulsa zona.

De lograrse acuerdos de respeto a la autodeterminación de todos los países, incluyendo a Palestina, podría lograrse la tan anhelada paz, sustentarse el desarrollo socio-económico, los proyectos de inversión y colaboración complementaria entre naciones. Y así estaríamos en presencia de un mundo mejor, sin terroristas ni fascistas, sin guerras, violencia, y tampoco anacrónicos hegemonismos que obstaculizan el desarrollo y la vida armónica en el planeta.

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La barbarie contra Palestina debe cesar