El Consejo de Seguridad de la ONU sigue demostrando incapacidad y falta de voluntad política de algunos de sus miembros para promover la paz y el respeto a las diferencias entre naciones como corresponde a ese órgano concebido para frenar guerras y genocidios prolongados como el que se ejecuta contra la población de la Franja de Gaza y cual suma más de 10 mil víctimas entre muertos, heridos y desaparecidos.

Resulta abominable que ante la grave situación humanitaria que viven los palestinos en Gaza y también en campamentos de refugiados en Cisjordania y zonas aledañas no se haya podido alcanzar el cese al fuego por el insensato veto del gobierno de Estados Unidos en ese mal concebido y antidemocrático Consejo como estructura de las Naciones Unidas.

De ahí que la comunidad mundial venga desde hace tiempo demandando cambios urgentes y mayor representatividad de los cientos de países que conforman la membresía de la ONU para dar respuesta a las crecientes necesidades de los pueblos, particularmente a los desafíos que impone el desigual sistema económico el cual aumenta la brecha entre ricos y pobres.

Los que hoy siguen apoyando la estrategia de tierra arrasada y destrucción de civilizaciones que protagoniza Israel con Netanyahu a la cabeza de una política de exterminio en masas de personas, entre ellos miles de niños, mujeres y ancianos, se hacen cómplices de crímenes de lesa humanidad.

¿Hasta cuándo seguirá el ejército de Tel Aviv bombardeando viviendas, escuelas, hospitales, entidades representativas de la ONU, carreteras y otras infraestructuras socio-económicas de Gaza?

Posiblemente hasta que sus “aliados estratégicos” le impongan freno a la barbarie y al descrédito y rechazo que ese accionar criminal genera ante el mundo.

Israel no ha mostrado nunca voluntad de diálogo ni comprensión para dar solución al conflicto con Palestina. Hace décadas debían coexistir los dos países como estados independientes, derecho que al vulnerarse las resoluciones de la ONU se le ha negado reiteradamente a Palestina por parte de varias administraciones israelíes. Y contrariamente a lo acordado internacionalmente, la expoliación de tierras palestinas con asentamientos judios e invasiones ha crecido durante años.

La comunidad de naciones observa estupefacta cómo EE.UU. que dice ser “paladín de la defensa de los derechos humanos y la paz mundial” veta el poner fin al accionar extremista, desproporcionado y cruel de Israel contra todo el pueblo de Gaza, luego de dos meses de infame asedio orientado a rendir por hambre, falta de servicios básicos, medicamentos, combustible y otros recursos esenciales, a millones de seres humanos.

Lamentablemente la Casa Blanca actúa parcializada con el gobierno de Netanyahu el cual durante años viola el derecho internacional refrendado por la Organización de Naciones Unidas y tiene además la repulsa de la mayoría de los países que demandan la creación del Estado de Palestina.

No es posible la paz definitiva en la región del Oriente Medio, mientras se mantengan las intervenciones militares, agresiones y guerras contra pueblos que precisan defender su soberanía, e integridad territorial.
Palestina merece ser libre e independiente, como cualquier otra nación del mundo.

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Mantener todo un pueblo sitiado y agredido sin posibilidad de vida resulta un genocidio