El grave conflicto entre Palestina e Israel tiene como antecedente el incumplimiento por décadas de acuerdos internacionales refrendados por las Naciones Unidas ante el histórico despojo de tierras, invasiones y perenne hostilidad de Tel Aviv contra el pueblo palestino, al no aceptar su derecho soberano a ser Estado independiente.

Son años de asedio por parte del ejército israelí y su gobierno, han ocupado campamentos de refugiados, crean cada vez más asentamientos de colonos judíos en áreas que no son de su jurisdicción, y con disímiles pretextos siguen ultrajando a esa población, limitándole sus derechos ciudadanos.

Desde 1967 la comunidad mundial viene observando y rechazando en foros y eventos de la ONU el intervencionismo israelí el cual lamentablemente ha contado con el apoyo de Washington y algunos de sus aliados, a pesar del quebranto sistemático de leyes por parte del gobierno de Israel.

Los niños palestinos desde que nacen son víctimas de una beligerancia desproporcionada, ellos también precisan de crecer en paz y donde ondee su bandera como Estado libre e independiente, algo demandado hace mucho tiempo por la inmensa mayoría de los países del planeta.

Esta irracional guerra puede superar las fronteras de Gaza y Cisjordania, (territorios que históricamente han sido agredidos y donde además residen personas inocentes; chicos, mujeres y ancianos que solo desean tener Patria y aspirar a un desarrollo sin invasión foránea.

Resulta vergonzoso que en pleno siglo XXI de civilización todavía existan gobiernos que en vez de buscar una solución definitiva al conflicto, como debía ocurrir también con la guerra Rusia-Ucrania, donde cada día mueren cientos de personas y hay víctimas de ambos lados, estén aprovechando la muy peligrosa coyuntura para vender armas y militarizar y desestabilizar regiones, de por sí candentes y proclives a conflagraciones, de consecuencias impredecibles.

Recordar que en esas latitudes concernientes a África y Oriente Medio, (como también en la antigua Europa) existe multiplicidad de armamentos, incluso nucleares, además de otros medios técnicos letales, a lo que se suman contradicciones religiosas, políticas y socio-económicas, tradicionales e históricas.

De igual manera, operan en la región grupos terroristas, mercenarios y contratistas militares de otras naciones, los cuales intervienen en diferentes conflictos. Pero también hay importantes recursos energéticos, además de otros valiosos de origen natural, muchos de los cuales siguen siendo objetivo de centros de poder e intereses extranjeros.

Lo que viene aconteciendo contra Gaza representa un polvorín que puede diseminarse y sacudir a buena parte del mundo. Esa cruzada guerrerista es vista por la mayoría de la comunidad internacional como un genocidio, son actos de lesa humanidad contra todo un pueblo. Es un significativo quebranto de los derechos humanos que ninguna persona sensata y con buena voluntad puede aceptar.

Estados Unidos de América debe contribuir a parar y no a incitar la hecatombe que se cierne sobre esas tierras del Oriente y también de Europa.

En el conflicto entre Palestina e Israel, solo con la creación y el reconocimiento de los dos países en igualdad de condiciones puede resolverse ese añejo problema que carcome relaciones y derecho internacional. Su inmediata solución evita más destrucción y muerte de hijos de ambos pueblos, a causa de los disparates y las ambiciones del gobierno de Tel Aviv, que no ha cesado en su empeño de expandirse expoliando poblaciones enteras.

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