En la historia de Cuba se contemplan ideas independentistas, nacionalistas y anticolonialistas anteriores al siglo XIX expresadas con diferentes manifestaciones, generalmente entonces de tendencias reformistas, aunque existieron también corrientes anexionistas influenciadas por el naciente imperialismo estadounidense.
Sin embargo, el Grito de Yara que se produce el 10 de octubre de 1868 en un contexto político y económico de crisis, muestra un cambio trascendente en el pensamiento de los hacendados criollos que gestaron la Guerra de los Diez Años, (contienda reconocida como la primera de las tres ocurridas en el país) durante la segunda mitad de esa centuria y cual tenía como premisa fundamental, conquistar la independencia definitiva de España.
Ese día en la finca La Demajagua, en el oriente del país, Carlos Manuel de Céspedes, considerado el Padre de la Patria, liberó a sus esclavos exhortándolos a unirse a la lucha. Y junto a otros terratenientes que decidieron también sumarse a la contienda dio a conocer el “Manifiesto de la Demajagua”.
Céspedes, abogado de profesión, tenía conciencia de lo impostergable que resultaba vencer al invasor representado por los colonialistas impuestos por la Metrópoli. Y con determinación de independencia o muerte y junto a sus esclavos y compatriotas presentes se escucharon exclamaciones de ¡Viva Cuba libre! las cuales se extendieron a otros territorios, comenzando así las cargas al machete tan temidas por los peninzulares.
En esa epopeya surgieron importantes líderes los cuales tuvieron destacadas misiones en esos años de duro bregar en la manigua redentora. Entre éstos jefes mambises estuvieron Antonio Maceo, Máximo Gómez, Ignacio Agramonte, Calixto García, Vicente García y muchos otros que encabezaron batallas significativas contra las huestes enemigas.
En el contexto del conflicto fue aprobada en abril de 1869 la Constitución de Guáimaro la cual daba paso a la República en Armas, disposición que además elegía a Céspedes, como Presidente.
No obstante en el transcurso de la gesta se dieron lamentables episodios en las filas mambisas; actos de desunión, caudillismo, desacuerdos políticos, además de signos de desgaste y enfermedades a causa de las difíciles condiciones medioambientales de la manigua. Estas cuestiones junto a las complejidades de la campaña militar afectaron el desenlace de la guerra e influyeron en que entonces, luego de diez años, no se lograra triunfar y expulsar a los colonialistas como estaba previsto.
Sin embargo, Maceo protagonizó la “Protesta de Baraguá” en 1878, demostrando la intransigencia revolucionaria y el honor y patriotismo del también Titán de Bronce y otros jefes y combatientes que no aceptaron la ignominia del Pacto del Zanjón que a propuesta de España ofrecía una paz sin independencia, acuerdo que no daba la soberanía a la Isla, y tampoco abolía la esclavitud.
Luego de una década de sacrificio y arduo batallar del ejército mambí por la libertad cesaron las acciones de la guerra del 68 al no ser posible entonces alcanzar el objetivo, la victoria contra España. Pero los dignos cubanos no cejaron en su empeño de lucha y continuaron con escaramuzas y acciones militares que viabilizarían el camino hacia la Guerra Chiquita, y posterior Guerra Necesaria.
La Guerra del 68 tuvo su continuidad histórica hasta alcanzar la independencia definitiva con la Revolución en 1959, luego de años de batallar contra el colonialismo español primero, y después frente a los representantes de la seudorepública servil a los intereses imperiales que surgió a partir de 1902. Pero los mambises de hoy en estrecha vinculación con el pueblo salvaguardan esa emancipación que tantas vidas y sacrificio costó a los cubanos.
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