Solo de inmoral e injustificable puede considerarse el hecho que EE.UU. tenga a Cuba, ( la víctima), en una espuria lista de patrocinio al terrorismo, cuando es precisamente esa pequeña nación reconocida universalmente por su espíritu solidario y apoyo a la causa de la justicia social, la cual además practica internacionalmente.
Resulta descabellada la actual política del presidente Joe Biden al dar continuidad a los absurdos instrumentados por el ex dignatario Donald Trump, fundamentalmente en cuanto a la hostilidad y el asedio contra la Isla.
Biden muestra estar mal asesorado, o quizás es rehén de lo más ultra reaccionario y lucrativo de la mafia cubano-americana radicada en la Florida, precisamente de esa que durante décadas ha planificado y financiado actividades terroristas contra la Mayor de las Antillas.
No existe argumento alguno que explique ante la comunidad mundial esa posición de la Casa Blanca, como también es inexplicable que en pleno siglo XXI, era de civilización y desarrollo, los Estados Unidos sostengan un bloqueo económico comercial y financiero, sin precedentes. Y además inviertan cuantiosos recursos y presupuestos en subvertir el orden y la estabilidad del territorio cubano, desde donde nunca se agredió a Norteamérica y cual ha demostrado voluntad de mejorar las relaciones entre ambos pueblos, pero de igual a igual, sin injerencia ni condicionamientos que laceren soberanía e independencia, principios que deben ser respetados.
La administración Biden sigue privando a la inmensa mayoría de sus ciudadanos de establecer con La Habana negocios, turismo, intercambios culturales, académicos, deportivos, científicos, comerciales y de diversa índole. Agricultores y empresarios de múltiples ramas de ese país han mostrado deseos de establecer vínculos.
Sin embargo, en vez de diálogos constructivos y acercamiento a favor del bienestar y desarrollo de ambos países, (independientemente de ideologías diferentes), Washington sigue apostando al recrudecimiento del cerco contra la nación caribeña, fomentando la violencia con sus irresponsables actos de apoyo al extremismo en Miami que se expresa en desesperadas convocatorias por redes sociales y aportando dinero de contribuyentes norteamericanos para ejecutar actividades delictivas y de desestabilización.
Esa inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo es uno de los pretextos más irracionales concebidos por la Casa Blanca para mantener el asedio, pero a la vez les desacredita en su “estrategia antiterrorista”, por no tener sustento válido alguno.
Debe llegar el momento en que prevalezca en el gobierno de los Estados Unidos la sensatez, el pragmatismo y los verdaderos intereses de sus ciudadanos, ante las falacias y ambiciones de centros de influencia y poder que tanto dañan las relaciones internacionales. De seguro entonces, habrá una mejor imagen de esa nación y el mundo será más seguro, solidario, y humano.
Vea también:
Biden actúa como calcomanía edulcorada de Trump respecto a Cuba