Resulta ignominioso y degradante que un país grande y desarrollado (aunque con vaivenes financieros, desigualdades sociales, raciales, aumento de la violencia y drogadicción en sus calles) intente por más de seis décadas asfixiar con un criminal bloqueo, recrudecido cada día, a todo un pueblo que decidió erigir un sistema político y económico-social distinto al de Washington.
Llama la atención que el actual presidente de Estados Unidos, el cual participó durante la administración de Barack Obama (siendo vicepresidente) a un acercamiento en las relaciones diplomáticas y búsqueda de distensión entre ambas naciones, haya resultado ser una calcomanía edulcorada de Donald Trump.
De manera irracional Biden se confabuló, sin tener en cuenta los intereses de la mayoría de los ciudadanos norteamericanos, con lo más ultrareaccionario de la mafia miamense para sustentar y recrudecer el asedio económico, comercial y financiero, al tiempo que sigue sosteniendo las políticas agresivas y subversivas de sus antecesores, particularmente aquellas de carácter terrorista que todavía se planifican, a través de redes sociales, agencias fantoches y mercenarios asalariados de elementos inescrupulosos y extremistas radicados en la Florida, los cuales convocan desenfrenadamente y desde su confort alejado, a fomentar desestabilización y caos en la Mayor de las Antillas.
La doble moral de la Casa Blanca está muy presente en las relaciones internacionales y alcanza tal dimensión que provoca la repulsa de gobiernos dignos y personas de buena voluntad del mundo los cuales no aceptan, -por descabellado e injustificado-, el haber incluido a Cuba en la espuria lista de países patrocinadores del terrorismo, cuando la cuna de ese flagelo se gestó en el sur estadounidense. Y es conocido que ha costado la vida de miles de cubanos, víctimas inocentes de esa maquiavélica estrategia de incitación a la violencia, a la vez que los más connotados terroristas de la región como Posada Carriles y Orlando Bosh, confesos extremistas, fueron cobijados en territorio de EE.UU.
Medios de comunicación de Norteamérica y de algunos de sus aliados en Europa vienen creando matrices de opinión contra la Isla basados en fake news y tergiversación sistemática de la realidad cubana. Así mismo, es muy lamentable que miembros de la Unión Europea todavía secunden esas políticas profundamente antihumanas y cuales forman parte del engendro made in USA, gobierno que precisa de pretextos, aunque en ellos prevalezca el absurdo como ocurrió con los llamados ataques acústicos que solo pueden recordarse como uno de los ridiculos más grandes asumidos por Trump y sus acólitos.

Existen signos de manipulación por parte de algunos de los elementos que habitualmente hacen lobby anticubano de empañar la Cumbre CELAC-UE, encuentro que de lograr ser transparente y alejado de las influencias prepotentes, hegemónicas y colonizadoras de antaño, puede convertirse en un cónclave de grandes resultados para la colaboración, el intercambio comercial y los vínculos bilaterales entre la Unión Europea, Latinoamérica y el Caribe.
Pero ese evento tiene que apostar al multilateralismo y centrar sus esfuerzos en la agenda que más interesa a los pueblos: cambio climático, sostenibilidad económica, migración, paz, y otros aspectos importantes que tributan a la calidad de vida de los ciudadanos de los países que conforman ambos bloques.
Hay que confiar en que la injerencia foránea no haga fracasar la próxima y esperada Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, que puede constituir un vehículo apropiado para el desarrollo y el bienestar de las naciones integrantes, sin excepciones ni intentos de división alguna. Debe prevalecer la cohesión, el entendimiento y respeto dentro de la diversidad de formas de pensamiento.
Luego de más de 60 años de prácticas agresivas y cientos de sanciones y abusos de lesa humanidad contra la tierra caribeña, la inmensa mayoría de los cubanos están cada vez más unidos. A ello se sigue sumando una importante comunidad residente en el exterior, solidaria, que anhela vínculos normales, turísticos, académicos, comerciales, culturales, científicos, de seguridad marítima y aérea, entre muchos otros temas que sin duda son posibles de alcanzar con voluntad política y sentido de la lógica, ajeno a las influencias de quienes promueven odios y destrucción, pretendiendo con su alta toxicidad, separar familias y amigos.
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