Las estructuras de Estado, sea la Contraloría o Procuraduría de Ecuador, vienen mostrando señales de intentos de gestar burda maniobra para dilatar el proceso electoral y cercenar la democracia en esa nación, según declaraciones a la prensa del candidato de la Unión por la Esperanza, Andrés Arauz.

Los movimientos sociales y la comunidad internacional están a la expectativa de las tentativas que se advierten de boicotear la segunda vuelta electoral en esa nación del Sur, a lo que se suma la  morosidad de la Organización de Estados Americanos, OEA, la institución regional que cuenta con mayor historial de descrédito en la región y que aún no ha hecho público su informe sobre el proceso, algo que llama la atención de los especialistas, expertos, y población en general.

El gobierno de Lenín Moreno ha dado ejemplos fehacientes de querer obstaculizar el desempeño armónico del escrutinio. La nueva modalidad es arremeter contra el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en medio del proceso en curso, algo inédito e irracional en este contexto, lo cual confirma la incapacidad de esta administración para garantizar con plena transparencia la segunda vuelta electoral. Hay un marcado propósito de sustentar a Moreno en el poder, algo que vulneraría la democracia y particularmente la Constitución de ese país, envuelto, además, en una crisis sanitaria, económica y de credibilidad de sus autoridades, sin precedentes.

Los ecuatorianos manifiestan en las calles preocupación ante las últimas movidas por parte del gobierno y su notable injerencia en las acciones del TSE que debe actuar de forma independiente, sin condicionamientos ni presiones del Ejecutivo o de órganos represivos como la Policía u otros entes con fines de intervenir en asuntos netamente adscriptos al Sistema Electoral.

En la medida que se aproxima la segunda vuelta en las presidenciales, aumenta la campaña mediática de los medios de comunicación, crecen las falacias y subterfugios financiados por centros de poder oligárquicos aferrados al gran capital y serviles a intereses foráneos, sin importarles el cuantioso daño causado a la economía y sociedad en su conjunto, por parte de una administración que demostró ser fallida por sus resultados, al ampliar la brecha entre pobres y ricos. 

De igual manera, la pandemia de la COVID-19 provocó el colapso de servicios de Salud en algunos territorios como Guayaquil, ante la insuficiencia de recursos, lo cual puso en la palestra pública la mala gestión por parte de las autoridades.  

América Latina, el continente más desigual del mundo, vive un despertar de la conciencia nacional en sus ancestrales pueblos; Ecuador no es la excepción, y a pesar de las rústicas y mal intencionadas informaciones que se ciernen sobre candidatos progresistas, los habitantes de esas latitudes han aprendido a discernir cuáles proyectos resultan más inclusivos y menos serviles a intereses personales o extranjeros.

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