Una de las hazañas más grandes de la historia de Cuba luego del triunfo de la Revolución es la Campaña de Alfabetización efectuada en el año 1961. Este trascendente suceso tuvo la amplia participación del pueblo; estuvieron involucrados todos los sectores de la sociedad con el único objetivo de enseñar a leer y escribir a miles de ciudadanos que, por condiciones precarias, falta de oportunidades y escasos recursos entonces, no habían podido conquistar la luz de la esperanza que significaba adquirir conocimientos básicos de educación, con posibilidad de continuidad de superación para familias completas, antes víctimas de la ignorancia.

El 29 de agosto de 1960 el máximo líder Fidel Castro hubo de anunciar la masiva campaña a emprender durante el primer contingente de Maestros Voluntarios y entonces expresó: “El año que viene, vamos a librar la batalla contra el analfabetismo. El año que viene tenemos que establecernos una meta: liquidar el analfabetismo en nuestro país”.

Y luego de un vasto trabajo organizativo y censo se encontró que existían miles de analfabetos a lo largo y ancho del territorio, dándose comienzo a esta encomiable labor con lápiz, cartilla y farol.

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La noble tarea se iniciaba en un contexto de peligros y agresiones por parte de Washington que no aceptaba la plena soberanía de la nación caribeña sobre sus recursos ni un proyecto emancipador en curso protagonizado por obreros, campesinos, y demás estratos sociales del país que precisaban emanciparse de la injerencia foránea predominante durante la “ era republicana” con gobiernos representativos de los intereses de las oligarquías de turno y de los Estados Unidos que consideraba a Cuba, como a toda Latinoamérica, su traspatio.

El 23 de enero durante la graduación del segundo contingente de maestros voluntarios, el Comandante en Jefe da a conocer el asesinato de un joven maestro, Conrado Benítez, y de manera emotiva señaló:

“¡Después de muerto ese maestro seguirá siendo maestro! (...) Ese maestro es el mártir cuya sangre servirá para que nosotros nos propongamos, doblemente, ganar la batalla que hemos emprendido contra el analfabetismo (...) El mártir del Año de la Educación, el mártir de los maestros...”

Y como parte de la movilización voluntaria para participar en el ambicioso proceso educativo y de profunda sensibilidad humana, más de cien mil adolescentes y jóvenes desde sexto grado en adelante se sumaron a esta Campaña, con edades promedios alrededor de 13 años y más. También se reforzó con los obreros, Brigadas Patria o Muerte que se sumaron al empeño.

Se alfabetizó en todos los rincones del país lo cual incluyó regiones inhóspitas del Plan Escambray, Ciénaga de Zapata, entre otros lugares que jamás su población tuvo esas posibilidades.

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Bandidos, contrarrevolucionarios, batistianos, aprovecharon la participación de los alfabetizadores en apartados lugares para amedrentarlos, asesinando al joven Manuel Ascunce Domenech y a su alumno, el campesino Pedro Latingua, crimen horrendo que impactó en todo el pueblo, y tuvo como respuesta que otros miles de jóvenes diesen su disposición de continuar la campaña, si fuese necesario.

El programa de Educación masiva formaba parte de la política cultural de la Revolución, esa que expone Fidel con gran claridad en “Palabra a los intelectuales”.  Y convocaba a culminar el año erradicando el analfabetismo en la Isla.

Con ese ímpetu y voluntad política de que aprendiesen a leer y escribir todos los cubanos fueron graduándose miles de alfabetizados, y el 5 de noviembre de 1961 el municipio de Melena del Sur sería el primero en erradicar el analfabetismo, izándose la bandera de la alfabetización, y convoca el máximo líder a culminar en todo el país la misión para el 20 de diciembre, fecha en que se logra el compromiso, y el 22 de diciembre, Cuba se proclama Territorio Libre de Analfabetismo. Ese día en la Plaza José Martí, ante una multitud de alfabetizadores y pueblo en general enardecidos de alegría por el triunfo, Fidel resumió la proeza cunado dijo:  

Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así -batalla-, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla. (...) Esa capacidad de crear, ese sacrificio, esa generosidad de unos hacia los otros, esa hermandad que hoy reina en nuestro pueblo. ¡Eso es Socialismo!

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