Este dos de diciembre se cumple el aniversario  69 del desembarco en el año 1956 de los expedicionarios del yate Granma. La expedición del yate Granma no fue un hecho casual ni aislado, sino algo bien concebido,  cuidadosamente preparado.

Tuvo como antecedente aquel glorioso 26 de julio de 1953, cuando un grupo de combatientes, también encabezados por Fidel Castro, realizaron los asaltos a los cuarteles “Moncada”, en Santiago de Cuba, y el “Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

En esa ocasión las acciones no culminaron en el éxito esperado al fallar la toma por sorpresa de las respectivas instalaciones militares. Y, tras  verse forzado a retirarse del cuartel Moncada y llegar nuevamente a la granjita Siboney, situada en las afueras de Santiago de Cuba, Fidel instó a un grupo que había retornado a ese lugar a que lo siguieran para dirigirse hacia las zonas montañosas de la provincia de Oriente  con el objetivo de proseguir la lucha.

Fue secundado por algunos, pero en los días siguientes por el desconocimiento de la zona, el cansancio y el peligro de la persecución de las tropas de la dictadura, que desataron una feroz represión y asesinaron a muchos de los participantes en las acciones, el grupo se fue reduciendo y finalmente Fidel en unión de otros dos compañeros cuando se hallaban durmiendo en un bohío deshabitado fueron sorprendidos por los soldados y capturados.

Fidel no fue asesinado debido a la digna y firme actitud del teniente Pedro Sarría, quien condujo a los que había hecho prisioneros directamente hacia el Vivac de Santiago de Cuba.

Semanas después, los combatientes revolucionarios fueron juzgados y condenados a presidio.  Fidel fue separado del juicio para evitar que pudiera seguir desenmascarando los crímenes cometidos por los soldados de la tiranía contra sus compañeros.

Finalmente, fue juzgado en medio de un gran aislamiento. Con singular entereza, él pronunció su alegato conocido después con la frase que lo concluyera: La Historia me Absolverá.

Llegó a enfatizar al resumir cómo encararía la etapa del presidio:

 “En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá.”

El 15 de mayo de 1955 Fidel y sus compañeros salen del presidio. De Isla de Pinos viajan hacia Batabanó y después se dirigen hacia La Habana. Fidel reafirmó entonces su decisión de continuar la lucha.

En el periódico “La Calle” se publicó un manifiesto suyo en el que señaló en uno de sus párrafos:

“Nuestra libertad no será de fiesta o descanso, sino de lucha y deber, de batallar sin tregua desde el primer día, de quehacer ardoroso por una patria sin despotismo ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar. El país se yergue formidablemente contra los que lo maltratan, se ve surgir una fe nueva, un despertar inusitado en la conciencia nacional. Pretender ahogarla es provocar una catástrofe sin precedente cuyos funestos resultados caerán sobre las cabezas de los culpables. Los déspotas pasan, los pueblos perduran”.

Tras su salida del presidio de inmediato, Fidel se dedica a reorganizar el Movimiento revolucionario  que años atrás había creado. En una reunión efectuada  en el mes de julio en La Habana en la calle Factoría número 62 se reúne con varios compañeros suyos. Se decide denominar al Movimiento como  26 de julio en recordación y homenaje a la fecha en que fueron realizados los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Se constituye, además, su dirección encabezada por Fidel e integrada también por otros seis miembros de la organización.

Varios días después, al estar consciente de que en Cuba podría estar muy limitado por la persecución de la que era objeto por parte del régimen batistiano, sale hacia México para desde allí organizar lo que posteriormente sería la expedición del yate Granma.

Llega primero a Mérida, Yucatán. Tras una breve escala sigue hacia Veracruz y finalmente a Ciudad México. Se mantiene al tanto de la situación en Cuba e incluso escribe varias cartas en las cuales se refirió a la estrategia que seguiría para tratar de conseguir el apoyo  de otros cubanos que pudieran estar interesados en llevar adelante la lucha contra el régimen dictatorial.

Más allá de la labor que llevaba a cabo en México, Fidel también decidió hacer un recorrido por varias ciudades norteamericano para tratar de conseguir el apoyo de otros cubanos interesados en combatir a la dictadura batistiana.

El 20 de octubre de 1955 inició un recorrido por el territorio de Estados Unidos. Visita primero a la ciudad de Filadelfia y después viajó a Nueva York, donde llegó el 23.  El recorrido Fidel lo realizó en compañía de Juan Manuel Márquez, quien posteriormente fue el segundo jefe de la expedición del yate Granma.

El 30 de octubre, alrededor de 800 cubanos se congregaron en el salón de reuniones del hotel Palm Garden, situado en la calle 52 y Avenida Octava, en Manhattan, Nueva York, para escuchar las palabras de Fidel.

En el combativo acto efectuado en dicha ciudad estadounidense, Fidel señaló:

“Puedo informarles con toda responsabilidad que en el año 1956 seremos libres o seremos mártires. Esta lucha comenzó para nosotros el 10 de marzo, dura ya casi cuatro años y terminará con el último día de la dictadura ó el último día nuestro”.

Tras el éxito logrado en Nueva York y otras ciudades del norte de Estados Unidos, Fidel se trasladó hacia el sur, al estado de la Florida, donde también se concentraban grupos de emigrados cubanos. Con posterioridad viajó a Tampa y Cayo Hueso.

El recorrido de Fidel por varias ciudades norteamericanas propició buenos resultados, ya que se constituyeron seis clubes patrióticos que se encargarían de recolectar fondos y desarrollar una activa propaganda revolucionaria.

El 10 de diciembre, en su viaje de regreso a México, en la Isla Nassau Fidel firma el Manifiesto Número dos del Movimiento 26 de julio al pueblo de Cuba.

Durante el año 1956 Fidel siguió trabajando intensamente en la preparación de los que se habían integrado al grupo revolucionario encabezado por él para poder después trasladarse hacia Cuba y reanudar la lucha contra la dictadura batistiana.

En ese empeño tuvo que encarar diversas dificultades, incluso  su detención en Ciudad México y la de muchos de sus compañeros y la ocupación del rancho donde realizaban los entrenamientos.

Pero una vez liberado, gracias a las gestiones realizadas por el prestigioso General Lázaro Cárdenas,  reanudó su labor en forma más intensa. Y tras haber logrado la adquisición del yate “Granma” y contar con algunas armas y otros recursos mínimos, tomó la decisión de realizar la expedición hacia territorio cubano.

En horas de la madrugada del 25 de noviembre de 1956, el yate “Granma” iniciaba la travesía, con su proa hacia la historia. En la embarcación había 82 expedicionarios encabezados por Fidel, los cuales hicieron realidad el compromiso de reanudar la lucha revolucionaria en Cuba.

(Tomado del Portal del Ciudadano de La Habana)

Otras informaciones:

Proeza del Movimiento 26 de Julio y Pueblo de Santiago de Cuba