El 26 de Julio de 1953 con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, significó para los cubanos una luz de esperanza por alcanzar un futuro más digno para las venideras generaciones.

Luego del golpe de Estado del dictador Fulgencio Batista en 1952, la Isla fue objeto de la agudización de la explotación del hombre por el hombre. Se incentivó más aún el sistema oligárquico, con prevalencia de la rancia burguesía la cual mantenía en su poder junto a compañías transnacionales foráneas los principales renglones económicos del país, y una profunda política de estímulo a los latifundios y expoliación de recursos nacionales, a favor de capitales extranjeros, esencialmente norteamericanos.

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El Moncada, como dijese el máximo líder Fidel Castro tuvo como autor intelectual al apóstol José Martí, su legado fue símbolo para la Generación del Centenario que realizó esa aguerrida acción contra la tiranía batistiana reivindicando al Maestro, en el centenario de su natalicio. Habían transcurrido siglos de colonialismo y décadas de neocolonialismo con la instauración, a partir de 1902, de una seudorepñublica dependiente de los intereses y caprichos de Washington.

Durante los años 50 del pasado siglo, el pueblo cubano que no había cejado en su empeño de independencia y contaba desde inicios del siglo XX con luchas reivindicadoras por los derechos de los trabajadores, así como con acciones emancipadoras y antimperialistas encarnadas entonces en patriotas como Mella, Villena, Guiteras y muchos otros que continuaban batallando a través de movimientos sindicales, sociales y políticos.

La Revolución de 1933 había demostrado la efervescencia revolucionaria y determinación del movimiento popular frente a la dictadura machadista. Y aunque entonces no se logró la soberanía tan anhelada, demostró que el pueblo estaba decidido a combatir los flagelos causados por la corrupción, extrema desigualdad y pobreza, dependencia externa y entreguismo de los gobiernos de turno, representativos de los centros de poder otrora existentes.   

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Y en ese contexto de referencias a la historia, a luchas anteriores, y continuidad de las gestas independentistas del 68 y el 95, y en consecuencia con los principios martianos, Fidel dirige el asalto al Moncada el cual no obtiene la victoria en lo militar, pero demostró la inquebrantable determinación de los cubanos de vencer o morir por la Patria. Y sentó las bases para la consolidación posterior del Movimiento 26 de Julio, el accionar clandestino en las ciudades, y el Ejército Rebelde que operaria en la Sierra Maestra, hasta conquistar la plena soberanía en 1959.

El Moncada fue el motor impulsor de la embestida contra el régimen sanguinario de Batista, ese que sustentaba entonces de manera institucional la prostitución, los garitos, la corrupción y abismales diferencias sociales y raciales. Fue una de las dictaduras más sanguinarias de la pasada centuria. Y cual mantenía una feroz persecución y represión contra estudiantes, trabajadores y jóvenes revolucionarios, (miles asesinados en apenas cinco años) que demandaban cambios estructurales profundos, con el propósito de erigir un proceso más justo y equitativo para todos los cubanos.

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