Se iniciaba el año 1961, apenas había comenzado la Campaña de Alfabetización impulsada por la Revolución Cubana, cuando la siniestra mano de la contrarrevolución al servicio de mezquinos intereses foráneos asesinó a uno de los jóvenes maestros, Conrado Benítez, quien de manera altruista y solidaria se habían sumado a esa noble y humana misión.
Los enemigos del pueblo serviles a la rancia oligarquía y a la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos profundamente involucrada en fomentar la destrucción del novedoso proceso revolucionario en la Isla, planificaron acciones violentas para amedrentar con actos terroristas al pueblo que respondió con determinación ante esta encomiable tarea de enseñar a los más necesitados, y hasta entonces olvidados hombres y mujeres humildes de esta Tierra.
Por esos días, grupos extremistas con participación de personas de baja calaña moral e historial delictivo, algunos ex batistianos, perseguían a los maestros, también a campesinos y milicianos que en lugares inhóspitos y apartados de nuestra geografía apoyaban a los brigadistas como Conrado (maestro voluntario) que iban con cartilla, lápiz y farol encima, a llevar la luz de la esperanza por llanos y montes del país.
El joven alfabetizador cumplía su labor en una escuelita rural recóndita de Trinidad, macizo montañoso del Escambray, en la localidad de Tinajitas, cuando fue sorprendido por la banda encabezada por el contrarrevolucionario Osvaldo Ramírez que lo asesina junto a cinco campesinos que alfabetizaba. Pero su verdugo fue luego capturado y en abril de 1962 juzgado, y ejecutado por sus crímenes.
La indignación por el asesinato del maestro fue tal que los estudiantes de carreras pedagógicas y otros miles de adolescentes y jóvenes de diferentes niveles de enseñanza se sumaron a la Campaña que, en honor a este primer mártir, recibieron la denominación de Brigadas Conrado Benítez.
A partir de enero de 1961 más de cien mil jóvenes estudiantes entonando el glorioso himno de la alfabetización; “… por llanos y montañas el brigadista va, cumpliendo con la Patria, luchando por la paz…”, contribuyeron al histórico llamado de la Revolución hasta culminar la heroica misión de declarar a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo, el 22 de diciembre de ese año.

Conrado, como posteriormente ocurrió con el ignominioso asesinato de otro maestro y su alumno, Manuel Ascunce y Pedro Lantigua, respectivamente, quedaron para siempre como símbolo de la juventud y pueblo cubanos. Las posteriores generaciones siguen su legado estando hoy en las primeras trincheras de combate por la salvaguarda de la Patria.
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Cuando Conrado Benitez se incorpora al magisterio, lo hace como Maestro Voluntario (con mayúsculas), gran movimiento de estudiantes, que por iniciativas de Fidel, se incorporan en 1960 e inicios del 61 a cursos por tres meses para incorporarse al magisterio cubano en los lugares montañosos de Cuba. En los campamentos de Minas del Frío, El Roble, La Magdalena y Alfredo López, el Ministerio de Educación y la Sección de Asistencia Técnica, Material y Cultural al Campesinado, del Instituto Nacional de Reforma Agraria (I.N.R.A), formó a miles de jóvenes en tres contingentes, los que posteriormente, al iniciar la Campaña de Alfabetización pasan a responsabilizarse como asesores técnicos de la Campaña de Alfabetización en los respectivos cuartones (barrios) en los que prestaban sus servicios como docentes. ¿Por qué no se trata este tema, detenidamente, cuando se habla de la Campaña de Alfabetización? Considero que este movimiento estudiantil, fue el que inspiró, y sentó pautas, a la Campaña de Alfabetización en 1961, que luego en 1962, se conformó como la Primera Brigada de Maestros Frank País, movimiento que se mantuvo vigente, conjuntamente con la creación de los Maestros Populares, hasta la segunda mitad de la década del 60, llevando el pan de la enseñanza hasta los lugares más intrincados del país. Por favor, por su importancia, Maestro Voluntario, con mayúsculas y con la importancia que el referido movimiento merece en la trayectoria de la Revolución Cubana. Nuestros expedientes, como Maestros Voluntarios y los cursos, de superación, que en los períodos vacacionales, se nos impartía, dieron por resultados que nos pudiéramos graduar como Maestros de Enseñanza Primaria, en la Escuela Normal "Floro Pérez", de Santiago de Cuba en 1965, GRACIAS.
Muy agradecida al periódico Tribuna de La Habana por rendir tributo a Conrado Benítez con esta publicación. Es verdad que existen imprecisiones en las referencias a la persona de Conrado, de lo cual no culpo a la periodista porque soy consciente de que no existe la suficiente bibliografía sobre el tema. Cmparto totalmente el comentario de Alberto Dionisio Cartaya Malherbe, pues soy Maestra voluntaria de las que al igual que Conrado me formé en el año 1960 durante tres meses en uno de los Campamentos de Minas del Frío y ejercí la docencia hasta 1966 en las montañas orientales. Lo anterior me permite avalar lo expresado por Alberto Dionisio, con la diferencia de que el título de maestros primarios, después de cinco años en las montañas, los que vivíamos en La Habana lo recibimos por la escuela pedagógica Fulgencio Oroz. Así hubiera sido la trayectoria de Conrado, si su vida no hubiera sido troceada por tan salvajes asesinos. Cuatro maestras voluntarias escribimos el libro titulado Conrado Benítez. Tras las huellas del maestro voluntario. Publicado por la Editorial de Ciencias Sociales en el año 2002, debería ser consultado para ampliar sobre el Maestro voluntario Conrado Benítez García y su asesinato junto a un campesino al que llamaban Ireneo.