“Dígale a Gómez (…) que aquí estoy dispuesto a morir (…) Mi amor a Cuba me hacía pensar siempre en la Revolución y por ella estaba dispuesto a sacrificarlo todo cuando vivía feliz en el extranjero pero no pensaba en venir a la guerra ni en hacerla; sólo Martí pudo sacarme de mi nido de amores, sólo él que me obligó con su patriotismo y me sedujo con su palabra. Por él vine y siento más que nadie que se haya muerto (…)
Marzo del año 1895: desde la costa atlántica costarricense parten Antonio Maceo, su hermano José, Flor Crombret y un grupo de patriotas en un vapor inglés. Se dirigen a Cuba donde ya ha comenzado la guerra, otro heroico gesto de nuestra cubanía en función de luchar contra el colonialismo indigno y agonizante. Sobre el escenario marítimo, primero Jamaica, luego una accidentada geografía de Bahamas en la que se reagrupa la expedición en la goleta nombrada “Honor” que apenas alcanza a sobrevivir tempestades para desembarcar en la costa oriental. Los combatientes inician la marcha para unirse a las fuerzas mambisas que operan en territorio guantanamero pero son constantemente acechados a puro fuero por columnas españolas y nativos traidores que logran finalmente diezmarlos y destruir su unicidad militar.
José Maceo, después de una sanguinaria emboscada en la que muere Flor queda solo y tal como suele acontecer con los héroes de su tiempo y su capacidad para demostrar vitalidad y estirpe, vuelve a protagonizar otra gesta de coraje en la que enseña su formidable e innato instinto de guerrero. La historiografía la califica de odisea, otros, la hazaña del “León de Oriente” Sin embargo esos casi 13 días que sobrevivió en el monte, aislado, herido, sediento, sin alimentos, perseguido y fustigado por el enemigo, con la sola compañía de su fusil, permiten forjarnos una visión multivalente y eficaz en torno al arquetipo de valores que como guerrillero nos legó el hermano por el que vivió Antonio.
Fue José guerrero de las tres contiendas para conquistar la independencia, ascendió a base de polvo, combates y heridas. Contundente y categórico en el arte de la guerra, arriesgado y en ocasiones temerario. Indómito e irreductible, fue uno de aquellos patriotas que no aceptó capitular en el Zanjón. Su ayudante en campaña Lino Dou afirmaba de él (…) aquél gigante de ébano, de valor incomparable, de disciplina de acero, a veces de mucha tolerancia y amor. Gómez sentenciaba ¡No hay jefe alguno en toda la Revolución que pueda ocupar el lugar que ocupa José en Oriente, ah! Si lo hubiera, decía, tendría yo un jefe tan valiente como Maceo para llevarlo a Occidente.
Murió el 5 de julio de 1896 en la Loma de Gato, Alto Songo, Santiago de Cuba. Lo hizo de manera sublime y donde quería, peleando frente a frente contra las líneas hostiles colmado de estrategias, del ímpetu que lo identificaba pero también de la condición de mortal. Una bala enemiga destruyó su cráneo. El generalísimo, en una misiva a su esposa, simbolizó su pérdida con estas palabras: Ha muerto el General José Maceo, es verdad, como moriremos muchos pero su memoria no puede ser olvidada (…) guarda tú estas líneas (…) porque ellas significan mi duelo de guerrero por la pérdida del compañero y del amigo que murió en su puesto, derribado de su caballo de batalla para aparecer mañana más alto y hermoso en la historia de su patria.
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Muy interesante éste artículo. Pienso que entonces a José Maceo " el León de Oriente" debiera dársele, en la historia que se estudia en nuestras escuelas y en la propaganda que se hace a través de los medios, más divulgación. No sólo recordar el día de su caída en combate sino también, y por qué no, la de su nacimiento e historia tal como se hace con héroes y mártires de gestas más recientes . Este Maceo, hermano del que conocemos como el "Titan de Bronce", merece ser más conocido. Deseo que un día, no muy lejano, alguien encamine esfuerzos y propósitos para que en la t.v exista un espacio que solo aborde la vida y obra de nuestros héroes y mártires, material escrito y grabado hay bastante.Que se repitan materiales como éste!
Extraordinario este otro hijo de Mariana, ese José que como escribe el autor de este magnífico artículo, fue "el hermano por el que vivió Antonio". Qué hermosas líneas dedicadas al otro Maceo, esos de los que nunca se dirá todo cuanto hicieron por la independencia de Cuba. Gracias al autor por este texto. Gracias.