El 18 de mayo de 1895, nuestro José Martí, escribe a su amigo mexicano Manuel Mercado, la carta inconclusa que nos muestra el legado imperecedero de nuestro Héroe Nacional, en las últimas horas, antes de su caída, en su condición de Delegado del Partido Revolucionario Cubano y de Mayor General del Ejército Libertador. Acampaba junto al Generalísimo Máximo Gómez Báez, en un lugar cercano a Dos Ríos.

“(…) me habla el corresponsal del Herald; Eugenio Bryson (…) me contó su conversación con Martínez Campos, al fin de la cual le dio a entender este q. sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los E. Unidos a rendir la Isla a los cubanos. (…)En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la Revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad. —Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros”.

Antes, el 25 de mayo de 1894, Martí le escribe a Maceo desde Nueva York, una carta en la que le dice:

“Precisamente tengo ahora ante los ojos “La protesta de Baraguá”, que es de lo más glorioso de nuestra historia. Vd. sabrá algún día para lo que vive este amigo de Vd”.

El 15 de abril de 1895, José Martí fue ascendido en la manigua al grado de Mayor General del Ejército Libertador. Aquel día escribió en su Diario de Campaña: “…Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su Jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General...”

El 6 de mayo de 1895, Maceo formó, en los campos del oriente cubano, a su tropa de dos mil hombres para saludar y vitorear a Martí y a Gómez. Aquellos guerreros escucharon la voz de Martí y estremecidos por el significado de aquella jornada de unidad de los principales jefes en el preludio de los próximos combates, observaron fundirse en un abrazo fuerte de hermanos a quienes, sin desmontarse de sus cabalgaduras, estaban dispuestos a cumplir su compromiso de la dignidad con la independencia de Cuba.

La dignidad como esencia para defender la Patria. Así lo expresaba el Comandante en Jefe Fidel: “Y ese debe ser el propósito fundamental (…): fomentar lo que más necesita un pueblo pequeño, lo único que salva a los pueblos pequeños: la dignidad. Y por eso, lo que nosotros tenemos que prometerle a nuestro Apóstol, lo que nosotros tenemos que jurar ante el recuerdo y ante la estatua de Martí, es ser un pueblo digno.

“(…) Fomentemos, pues, la virtud, fomentemos la dignidad, reverenciemos cada vez más a nuestros fundadores, recordemos cada vez más a nuestro Apóstol, más cada año y no por un motivo solo de gratitud, sino por ser necesidad, porque los necesitamos, porque necesitamos que con nosotros libren las batallas que estamos librando”.

Ver además:

Martí apostó a la unidad, al compromiso con la Patria y a la dignidad del hombre