Transcurría el primer trimestre del año 1923 y en la Isla existía un notable descontento con la administración de turno, la del entonces presidente Alfredo Zayas quien gobernaba desde el año 1921, y su gestión se caracterizaba por su servilismo a Washington, pero también por el incremento de la corrupción.

Uno de los hechos más trascendentes y escandalosos acaecidos durante el mandato de Zayas fue el relacionado con la compra del Convento de Santa Clara, el cual había sido adquirido por el gobierno a un precio de dos millones 300 mil pesos, suma muy elevada comparado con la etapa de “danza de los millones” o “vacas gordas” en la cual sus propietarios con anterioridad lo habían vendido en menos de un millón, por lo que era inadmisible que en momentos de debacle económica, se pagase mucho más de su valor real.

El dignatario había adoptado el decreto autorizando la compra con el Secretario de Justicia sin ser votada siquiera una ley sobre el tema en cuestión, y no contar con la aceptación del Secretario de Hacienda, ni con la aprobación entonces del Congreso, los hombres de pensamiento y patriotas lo consideraron un turbio negocio.

La fraudulenta acción fue rechazada por jóvenes intelectuales que mostraban inquietudes políticas, sociales, culturales, y de anticorrupción. Entre los que protestaron ante el ignominioso acontecimiento se encontraban Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Alejo Carpentier, Emilio Roig de Leuchsenring, y otros dde esa generación, varios de los cuales formaron parte del denominado Grupo Minorista que denunció la falta de transparencia e inmoralidad del gobierno en este caso de la compra del Convento.

Al acto de repudio por parte del grupo de jóvenes se le llamó “Protesta de los Trece”, y se llevó a cabo el 18 de marzo de 1923 en la Academia de Ciencias, donde el Club Femenino de Cuba tenía previsto realizar un homenaje a la escritora uruguaya Paulina Luissi, y sería el Secretario de Justicia, Erasmo Regueiferos, (quien era también rechazado por su complicidad con Zayas) el designado para ofrecer el discurso inaugural.

El emplazamiento a Erasmo fue entonces encabezado por Villena junto a sus compañeros, y el 19 de marzo se publicó en el periódico Heraldo de Cuba el manifiesto sobre el tema con el nombre de “La Protesta de los Trece”.

En ese contexto de la década de los años 20 de la anterior centuria se inició en el país un movimiento conocido en la historia como el “despertar de la conciencia nacional”, fue una etapa de efervescencia revolucionaria con la creación y desarrollo de organizaciones obreras, estudiantiles y políticas que denunciaban las manifestaciones de corrupción en la esfera gubernamental.

La “Protesta de los Trece” constituyó un acto cívico y patriótico trascendente. Sus protagonistas defendieron con coraje y dignidad el ultraje a la nación por parte de un gobierno que no representaba los genuinos intereses del pueblo cubano.

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