Durante la etapa seudo republicana, y con particular énfasis en la década de los años 50 del siglo pasado, la juventud cubana continuó escribiendo gloriosas páginas de heroismo y entrega infinita a la causa de la justicia y soberanía de la Patria.
Una nueva generación de mambises estaba presta a continuar la obra del Apóstol José Martí y demás próceres de las gestas independentistas.
Rubén Batista Rubio era un estudiante de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana que como otros cientos de jóvenes enfrentó a la dictadura de turno, esa que en 1953 avasallaba la nación con abismales índices de desigualdad social, económica y racial. Y al mismo tiempo ofrecía todo tipo de prebendas y sumisión al capital foráneo, fundamentalmente al gobierno de los Estados Unidos que consideraba a la Isla, su traspatio.
Y en ese complejo contexto se produjo el 15 de enero del propio año, con protagonismo del estudiantado universitario, una manifestación de repudio a la entonces profanación del busto de Julio Antonio Mella, líder de la juventud cubana. Y en medio de la represión por parte de la policía del régimen batistiano, una bala alcanza a Rubén y lo hiere mortalmente, al atravesarle el intestino lo cual luego de días de sufrimiento y batallar por su vida, le causa la muerte el 13 de febrero de 1953.
Ante la indignación por la infame respuesta de la dictadura a la movilización popular en defensa de los valores patrióticos de los cubanos, sus compañeros de aula, junto a una masiva representación de la Casa de Altos Estudios capitalina acompañó a familiares y amigos durante el recorrido del féretro desde el Aula Magna de la Universidad de La Habana ( lugar decidido por la Federación Estudiantil Universitaria para que fuese velado)hasta el cementerio donde descansarían sus restos mortales.
Este hecho criminal no amedrantó a la juventud. Por el contrario, Rubén pasó a ser símbolo de las presentes y futuras generaciones, y a ocupar un destacado lugar en el podio destinado a los héroes y mártires de la Patria.
Y fué también la primera víctima del estudiantado en manos del sanguinario régimen de Fulgencio Batista, el mismo que durante años enlutó a decenas de familias cubanas.
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