La heroína de la Revolución Cubana, Celia Sánchez Manduley, nació en Media Luna el 9 de mayo de 1920, zona oriental de la Isla.
En Manzanillo formó su firme personalidad y recibió una educación sin dogmatismos. En ello tuvo gran influencia la presencia de su padre el cual sostuvo ideas progresistas.
Celia desde muy joven tuvo inquietudes revolucionarias, y luego del golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952 se vinculó a organizaciones que entonces buscaban cambios a la situación política y socio-económica del país. En contacto con Frank País después del Moncada se incorpora al Movimiento 26 de Julio liderado por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Con su nombre de guerra, Norma, tuvo un rol destacado junto con Frank durante los preparativos de la expedición del Granma y posterior inicio de la gesta insurreccional en la Sierra Maestra.
Su sencillez característica le granjeó la admiración y respeto de sus compatriotas y de Fidel. Contribuyó a garantizar recursos para los rebeldes, cumpliendo importantes misiones en el abastecimiento y aseguramiento de los miembros del Ejército Rebelde en las montañas.
Se convirtió en la primera mujer en incorporarse a la Sierra como una combatiente más, y su labor de enlace con el llano fue de suma importancia para los guerrilleros.

Fidel tuvo plena confianza en el accionar de Celia, ella y Frank de seudónimo David, asumieron peligrosas encomiendas del máximo líder el cual siempre avizoró la lealtad y firmeza de ambos en la lucha por salvar la Patria.
Luego del triunfo de la Revolución fue una de las principales dirigentes del proceso revolucionario, apoyó a miles de jóvenes campesinas en su capacitación, viabilizándoles estudios en diversas ramas del conocimiento, y participó desde el 1959 en cada suceso trascendente del país, hasta su fallecimiento el 11 de enero de 1980.
También desde su responsabilidad como Secretaria en el Consejo de Estado estuvo presente en cada obra humana y social a favor de los más necesitados, del pueblo al cual tanta nobleza y prestigio ofreció. Y posibilitó con su intensa dedicación la creación de la Oficina de Asuntos Históricos, fuente de atesoramiento de cada documento, suceso y quehacer del Ejército Rebelde y sus líderes, durante la epopeya revolucionaria.
Por su profundo humanismo, integridad y fidelidad fue acreedora del calificativo de ser la flor más autóctona de la Revolución.
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