El máximo líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz no solo es reconocido en su país y el mundo como un combatiente y estratega militar de grandes dimensiones, sino además como un extraordinario hombre de ideas, las cuales rebasan las fronteras de su Patria y se adentran en otros pueblos, por su profundo sentido humanista y revolucionario.
Desde muy joven estuvo inmerso en las luchas estudiantiles y obreras destacándose como dirigente por su carisma y dinámico accionar frente a la injusticia, corrupción y servilismo de los gobiernos de turno durante la seudorepública. Enfrentó el golpismo protagonizado por Fulgencio Batista que trajo consigo la imposición de un régimen sanguinario desde 1952 hasta el derrocamiento de esa tiranía, en enero de 1959.
Fidel fue el artífice de la organización de la expedición del yate Granma en México, nación amiga desde la cual aglutinó a un grupo de jóvenes decididos a luchar por la causa de la libertad en la Isla. Ellos fueron conscientes de la necesidad de acabar con la dictadura imperante en Cuba que mantenía en condiciones muy precarias de vida a la inmensa mayoría de la población, carente de oportunidades de empleo digno, viviendas, escuelas y servicios básicos de salud y seguridad social.
Esa difícil situación estaba marcada por una honda desigualdad social, de raza y credo, lo cual era aún más cruda en bateyes y comunidades campesinas donde los trabajadores del campo y sus familiares eran explotados, solo concebidos para labrar la tierra, generalmente perteneciente a latifundistas y compañías extranjeras, fundamentalmente norteamericanas que tradicionalmente extraían las riquezas de nuestro suelo.
El Comandante en Jefe nació el 13 de agosto de 1926, en Birán, Holguín, en el seno de una familia con recursos económicos, lo cual le permitió estudiar en importantes centros de estudios de la época, como la escuela de Belén.

Sin embargo, el medio circundante de su niñez y adolescencia, junto a los conocimientos y experiencias vividas en los diferentes medios y centros de educación a los que asistió hasta ingresar en la Universidad de La Habana, incentivaron más su defensa de la justicia social, la solidaridad y fe en la búsqueda de una sociedad mejor, sin amos ni esclavos, alejada de los vicios y la prostitución, institucionalizadas, que tanto daño causaron al pueblo en la llamada “etapa republicana”.
Tuvo Fidel temprana visión de lo impostergable que resultaba cambiar las estructuras políticas, económicas y sociales imperantes en la Isla, y apostar por una alianza obrero-campesina, democracia popular y participativa que diese al traste con la hasta entonces existente, “democracia representativa burguesa”, esa que solo legislaba a favor de la oligarquía y el capital foráneo.
La devoción del líder cubano por el pensamiento martiano se agigantó durante su accionar en la casa de Altos Estudios donde desarrolló un mayor grado de compromiso político con la causa de los desposeídos.
De igual manera en el proyecto de dignificación de la Patria concebido por él, la obra del Apóstol tiene un rol preponderante, constituyó la guía del proceso revolucionario el cual inició con la heroica proeza en 1953; el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente. Esa misión aunque no logró militarmente su objetivo, constituyó la semilla que luego germinó en el Granma y la gesta emancipadora de en la Sierra Maestra, con el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde continuador de los mambises que esta vez alcanzaron la plena victoria, ante las huestes batistianas.
Fidel, como ayer Martí, sembró ideas que perdurarán por siempre. Su legado esta vivo en cada joven, estudiante, obrero, campesino, científico, maestro, trabajador de los servicios de Salud, en la Cultura, el Deporte; en cada rama económica y social de Cuba, está su impronta.
En este aniversario 97 de su natalicio cada rincón de la Isla rinde merecido tributo a su memoria. Hoy recordamos algunas de sus históricas frases que muestran la vigencia de su pensamiento y la fortaleza que impregnó a la batalla de ideas:
“ …Nosotros poseemos otro tipo de armas nucleares, son nuestras ideas; nosotros poseemos armas del poder de las nucleares, es la magnitud de la justicia por la cual luchamos: nosotros poseemos armas nucleares en virtud del poder invencible de las armas morales.”
“ … Son las ideas las que nos unen, son las ideas las que nos hacen pueblo combatiente, son las ideas las que nos hacen, ya no solo individualmente, sino colectivamente revolucionarios..”
“ … Aquella batalla de ideas que estuvimos librando durante algunos años, se está convirtiendo en una batalla de ideas a nivel mundial”.
(Fidel Castro Ruz. Selección de frases del acto por el aniversario 60 de su ingreso a la Universidad, Aula Magna de la Universidad de La Habana, 17 de noviembre de 2005).
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